La ansiedad en la adolescencia comienza más o menos a partir de los 14 años, la ansiedad como la de los adultos es una respuesta natural en la que nuestro cuerpo nos pone en alerta ante una situación determinada y poder reaccionar con rapidez. El trastorno de de ansiedad en la adolescencia viene cuando esa sensación de alerta la tenemos en situaciones cotidianas y se mantiene en el tiempo. En este momento es cuando se debe buscar un buen psicólogo que nos ayude a superar este trastorno. En la adolescencia pueden presentarse síntomas ansiosos ante cualquier situación que les rodee, familiar (conflictos con padres), social (relaciones con sus iguales), educativas (exámenes, elegir profesión), judiciales (conductas delictivas), y de pareja (primeras rupturas sentimentales), entre otras. En Albiach Pscólogos realizaremos un tratamiento específico al adolescente para ayudarle a superar y controlar su ansiedad de manera progresiva. |
La ansiedad se manifiesta de diferentes maneras, puede variar desde un simple nerviosismo hasta un gran pánico. De hecho, no se trata de un estado necesariamente negativo. Algunas personas pueden encontrar divertido y excitante realizar algo nuevo, aunque también se sientan un poco nerviosos.
Un ataque de pánico es algo que no se puede olvidar, y que suele marcar un antes y un después en la vida de la persona que lo sufre por primera vez. En este artículo quiero enseñarte cómo controlar la ansiedad cuando empiezas a sentir los primeros síntomas de un ataque de ansiedad.
Una de las consultas que más nos suelen hacer en nuestro centro de psicólogos de Valencia es sobre la autoestima y los niños: Hay que tener en cuenta que la autoestima de un niño empieza a generarse en el momento en el que se dan cuenta de que existen en relación con el resto del mundo que les rodea. Así, las comparativas son la base de esta toma de conciencia: por una parte, las internas que hace el propio niño, y, por otra, las externas que le hacen los adultos como padres, tutores y profesiones acaban por crearle una escala sobre la que miden su propia valía.
La aerofobia, o miedo a volar patológico, es un tipo de fobia en el que el desencadenante del miedo es encontrarse dentro de un avión que, bien está volando, bien podría llegar a volar. El miedo real que se esconde detrás es el miedo a morir en un accidente de avión. Ya que este tipo de accidentes aéreos tienen una alta tasa de mortalidad.
La solución de conflictos en tus relaciones tiene solución si sabemos como enfrentarnos a ellos.
El trastorno afectivo estacional se manifiesta cuando se producen los cambios de hora y el día se hace más corto
A lo largo de nuestra vida todos hemos sentido ansiedad. En mayor o menor medida es un estado que todos experimentamos y al que nos enfrentamos. Un examen, una entrevista de trabajo, un cambio de residencia, una situación de incertidumbre… Son hechos cotidianos en los que experimentamos ansiedad, aunque no siempre somos capaces de localizar el foco concreto que la provoca.
Anticiparnos al peligro o a situaciones que son dañinas para nuestro bienestar, ya sea a nivel físico o psicológico, y activar nuestros mecanismos de alarma y defensa son características beneficiosas para nuestra supervivencia.
Recuerdos, adelantarnos a los acontecimientos, revisar experiencias que nos generan culpa o preocupación, tanto pasada como futura, pensar en qué podría ocurrir o haber courrido… La imaginación nos permite no solo experimentar el presente, también recordar nuestro pasado o adelantarnos a nuestro futuro y aunque esto enriquece nuestra experiencia vital, puede convertirse en una jaula de la que no podamos salir.
Los estereotipos de belleza y los cánones establecidos por nuestra sociedad pueden llevarnos a desarrollar complejos con nuestro cuerpo que nos repercuten tanto a nivel de salud emocional como física, en algunos casos, incluso empujarnos y facilitar el desarrollo de un trastorno de la conducta alimentaria.
Nuestro día a día esta repleto de actitudes y comportamientos que realizamos, casi, de forma automática. Hechos que forman parte de nuestro repertorio cotidiano de conductas que nos ayudan a agilizar nuestra rutina y apoyan nuestras responsabilidades y tareas
Todos hemos vivido esas situaciones en las que fallamos una pregunta que nos sabíamos perfectamente o nos quedamos en blanco de repente, tras estudiar y memorizar a la perfección una materia.
No es la primera vez que escuchamos que los extremos pueden acarrear consecuencias negativas, hasta los extremos de las cosas buenas. Pecar de optimismo y obligarnos a mantener un estado emocional siempre positivo y basado en interpretaciones sesgadas puede acarrearnos consecuencias negativas.
La crisis del coronavirus ha podido generar muchos problemas psicológicos derivados de la precaución e incertidumbre de toda la situación. Las alteración del sueño son una de las consecuencias que están sufriendo muchas personas a raíz de la pandemia.
La adolescencia es una etapa vital que se caracteriza por una sensación de incomprensión, cambios, retos y dificultades que pueden convertirla en un periodo complicado tanto para uno mismo, como para las personas que tenemos a nuestro alrededor.
En muchas ocasiones nos encontramos con algún momento de la vida en la que nos puede costar afrontar una situación, un problema o nuestras propias emociones. A veces, es muy complicado saber si es necesario pedir ayuda profesional y nos podemos llegar a plantear si realmente es lo suficientemente grave.
Todos hemos sentido en alguna ocasión que no podíamos con una situación determinada, en un momento de nuestra vida concreto o en general.
No siempre nos vemos capaces ni tenemos manos, ojos y tiempo para todo y todos.
Cuando nos enfrentamos a una exposición, una entrevista de trabajo, una reunión importante, una evaluación de una práctica deportiva o algo que requiera que nos estén observando mientras desempeñamos una actividad concreta, podemos sentir ansiedad, miedo o vergüenza.
La motivación es un principio básico de la conducta de todas las personas. Sin motivación no podemos pasar a la acción. Nos ayuda en el inicio, mantenimiento e incremento de las conductas, es decir, sin ella no podemos llevar a cabo las tareas diarias, ni las obligaciones, ni las metas. Ya sean conductas que nos resulten más o menos agradables siempre tenemos que tener motivación para realizarlas.
Seguro que si hablamos de miedos o temores a todos se nos ocurren un listado de cosas que nos pueden provocar estas emociones desagradables.
Las fobias se encuentran entre los trastornos de ansiedad más frecuentes en las personas.
Tener miedo es completamente normal, el problema viene cuando ese temor nos impide continuar con nuestra vida cotidiana. Cuando esto ocurre y el temor causa una gran ansiedad interfiriendo en nuestra vida, estamos hablando de una fobia.
Los cambios, las pérdidas, no conseguir nuestros logros o no poder tener unos objetivos y metas claras porque estamos en una situación de incertidumbre pueden acarrearnos consecuencias emocionales intensas y desagradables.
La ansiedad es uno de los problemas psicológicos más frecuentes entre las personas adultas, pero también puede afectar a los más pequeños de la casa.
Una de las grandes dificultades que sufren los niños cuando sienten ansiedad es que tienen menos herramientas y recursos para afrontarla y gestionarla.
Hace unos días se cumplía un año del confinamiento domiciliario que empezó a cambiar la vida de todos. Hoy, tras tantos meses de cambios, muchas personas continúan teniendo ansiedad, estrés y sufriendo las consecuencias de las pérdidas o de la soledad.
De ahí que vuelvan debates sobre la importancia de cuidar la salud mental y ponerla en el foco del bienestar de las personas, como un factor esencial que cuidar.
La fobia social es un miedo intenso y persistente que no solo afecta a nivel psicológico y emocional, también limita nuestras conductas y puede pasarnos factura a nivel físico.
Hemos hablado en otras ocasiones lo difícil que es enfrentarse a una situación de incertidumbre. Las personas tenemos una necesidad de saber que nuestra vida esta bajo control para sentirnos bien a nivel emocional. Esta sensación favorece también el sentimiento de seguridad.
El problema viene cuando necesitamos el control a toda costa, en cualquier situación y de manera urgente. Cuando somos incapaces de exponernos a cualquier situación de incertidumbre mínima y queremos controlar todo, lo que esta en nuestra mano y lo que no, lo que está pasando y lo que está por pasar. Lo real y lo que solamente imaginamos.
Muchas personas han tenido que incorporarse ya a su rutina de trabajo, otras están disfrutando de los últimos días de las vacaciones y algunos todavía no las habrán empezado, pero casi todas las personas experimentan sensaciones negativas con el retorno de la normalidad y tener que dejar atrás esos buenos momentos de desconexión y descanso.
Estamos acostumbrados a ver personas que les cuesta lidiar con la frustración de que algo salga mal, de fracasar, sentir rabia, malestar por no conseguir lo que queremos, pero a veces también cuesta aceptar los logros.
Vivimos en una sociedad en que la modestia está sobre premiada, en muchas ocasiones, por encima de las propias virtudes. Nadie te mira raro por decir algo malo de uno mismo, pero si alabamos o tenemos en consideración nuestras habilidades, logros y trabajo podemos “pecar” de creídos.
En nuestro día a día nos enfrentamos a circunstancias que se escapan de nuestro control y no ocurren como nos gustaría. Cuando hablamos de pensamientos negativos, no hablamos de un problema psicológico concreto.
Alguna vez has reflexionado sobre qué esperas de ti mismo/a. La respuesta a esta pregunta suele crearse no solo por nuestra propia opinión o valoración, sino que viene ligada a otras preguntas a las que les damos respuesta desde nuestro interior: ¿Qué esperan de mí los demás? ¿Qué debería de hacer? ¿Cómo debería ser?...
En ocasiones, las personas pueden llegar a sufrir mucho por lo que esperan de ellas mismas y lo que creen que esperan los demás, ya sea en el ámbito profesional o personal.
Los acontecimientos a los que nos enfrentamos en la vida pueden venir acompañados de pensamientos y sensaciones de desesperanza: “nada va a mejorar”, “no va a salir bien”, “no podré con todo” y un sinfín de pensamientos que nos hacen sentir desesperanza.
Podemos afirmar que es una creencia irracional, pero difícil de hacer consciente cuando la estamos experimentando y que va acompañada de una carga emocional que complica su gestión. Muchas veces la aceptamos como si fuera la verdad absoluta ante la circunstancia que estamos sufriendo, una regla que describe nuestra realidad y no es así.
Tener esa sensación de que siempre estamos pensando en algo, sea lo mismo o no, con una preocupación constante, genera tensión y malestar. La sensación de que no podemos desconectar es agotador. Acaba con nuestra energía y nos hace sentir frustrados cuando pensamos demasiado, incluso llevándonos a la parálisis, a no poder ni valorar posibles soluciones a lo que nos ocurre, solo pensar, pensar y pensar.
Con el uso de las redes sociales podemos estar conectados a lugares, personas y sucesos sin estar presentes. Estas plataformas forman parte de nuestra vida diaria, de nuestras rutinas. Vemos, y casi podemos sentir, lo que están viviendo otros.
En los últimos años, ha habido un aumento relevante en la demanda de ayuda para problemas de ansiedad en nuestra sociedad. Grandes y pequeños nos hemos visto sometidos a una serie de estresores que han venido acompañados de un incremento en los problemas de salud mental.
El año nuevo es un día que celebramos la mayor parte de las personas de nuestra sociedad y es una fecha muy señalada con muchos rituales asociados al establecimiento de metas y nuevos propósitos. Mejoras, cambios, ambiciones, todo ello con la mejor de las intenciones: convertirnos en una mejor versión de nosotros mismos y dejar atrás lo que no nos gusta o nos hace daño.
Ir al psicólogo puede relacionarse, en algunas ocasiones, con debilidad. Con no ser capaz de resolver y afrontar los problemas por uno mismo.
Este es uno de los grandes estigmas y mitos de la terapia psicológica. Como comentábamos en el artículo anterior, muchas personas inician el año con nuevos propósitos y este arranque puede darnos el empujón para iniciar nuestro proceso terapéutico.
A lo largo de nuestra vida pueden aparecer adversidades y situaciones que nos pueden generan malestar emocional. Aunque no siempre podamos enfrentarnos a ellas de forma asertiva, es importante tener herramientas para abordarlas de forma constructiva, evitando caer en el victimismo prolongado en el tiempo.
A veces, tenemos la sensación de que todo nos sale mal, de que en nuestra vida nada está bien, que todo se derrumba, que pasan las cosas malas de golpe.
Podemos llamarlo mala racha o como queramos, pero nada tiene de raro o preocupante no estar siempre felices. Existe también una gran presión social relacionada con la felicidad, estar bien y el éxito, que por compararse puede llevar a sumar a la sensación de estar mal por él, simplemente de no estar tan bien como valoramos otras vidas u otras situaciones.
Esta sensación está ligada a varios factores psicológicos que podemos trabajar para mejorarla. No significa que no tengamos derecho a expresar nuestro malestar o que no sea real, que haya momentos que ocurren muchas cosas malas o simplemente no podemos gestionarlas, no encontramos la manera.
La memoria es una función cognitiva básica y esencial. Algunas personas pueden experimentar problemas de memoria en algún momento de sus vidas por diferentes casuísticas. Estos problemas pueden variar desde dificultades menores, como olvidos puntuales de cosas del día a día, hasta deficiencias más severas que afectan significativamente a todas las áreas de la vida.
La memoria es un proceso complejo y multifacético que juega un papel fundamental en la vida diaria y en la salud mental de las personas.
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