Cuando hablamos de la violencia de género estamos hablando de “todo acto de violencia de género que resulte, o pueda tener como resultado un daño físico, sexual o psicológico para la mujer, inclusive las amenazas de tales actos, la coacción o la privación arbitraria de libertad, tanto si se producen en la vida pública como en la privada.” Aunque la conciencia es cada vez mayor, debemos darnos cuenta de que es un problema que afecta a toda la sociedad. La psicología cumple un papel fundamental tanto en la prevención como en la intervención de los casos, al igual que en la parte educativa para fomentar valores de igualdad en nuestra sociedad. Factores que influyenEducación como proceso de socialización No es la primera vez que hablamos de socialización de género. La forma en la que se educa a los hombres y las mujeres en nuestra sociedad sigue teniendo diferencias en función de nuestro género. No hablamos de una discriminación directa en los colegios, en la educación formal. Hablamos de mensajes que se envían desde la infancia hasta la edad adulta y que diferencian a hombres y mujeres. Lo malo no es saber que existen diferencias entre nosotros y nosotras, lo malo es no ver esas diferencias como un valor, la propia diversidad entre individuos lo es. El problema viene cuando hablamos de diferencias en oportunidades y derechos, en juicios ante las mismas conductas o actitudes, en presiones sociales. Muchas de las experiencias de aprendizaje de una persona se dan en situaciones cotidianas y debemos prestarles atención, al igual que los centros educativos son un escenario idóneo para trabajar la prevención en violencia de género en todas las etapas de desarrollo de las personas jóvenes. En nuestra sociedad se han establecido diferencias entre géneros que han generado relaciones desigualitarias de poder entre hombres y mujeres. Esto afecta tanto a los chicos como a las chicas, las presiones son diferentes, pero todos y todas tenemos limitaciones en función de nuestra identidad. Desmitificación de Roles de Género Los roles y estereotipos de género los vemos por todas partes y aunque parezca que cada vez están más controlados, hay millones de mensajes a través de las redes sociales, por ejemplo, que siguen manteniéndolos. Es esencial comprender que para poder erradicar estas diferencias impuestas debemos tener una respuesta desde todos los ámbitos de la sociedad. La educación no solo se lleva a cabo desde la escuela o la familia. La psicología estudia y trabaja el comportamiento humano, las cogniciones, así que podemos afirmar que desempeña un papel fundamental al desafiar y desmitificar los roles de género tradicionales que mantienen estos juicios y presiones, sobre todo en las mujeres. El proceso social de la construcción de género impacta significativamente en nuestra identidad y por ello afecta a todas las áreas de nuestra vida. Desde lo que estudiamos, nuestro ámbito, laboral, la forma que nos relacionamos, las relaciones de pareja o las relaciones sexuales. Por ello es algo esencial tenerlo como un pilar fundamental que trabajar, sobre todo desde la prevención. Debemos desafiar esa creencia de que ciertas características o comportamientos son exclusivos de un género u otro. Las diferencias que se produzcan deben de ser un valor añadido a esa diversidad, nunca un atentado contra la igualdad en derechos u oportunidades. La etapa del enamoramiento Educar en relaciones saludables es esencial para poder evitar la violencia de género. Aunque ya hemos comentado que estas violencias no solo se presentan en el ámbito privado de una pareja, es evidente que los datos nos indican que existe una problemática importantísima en esta esfera. Durante la etapa de enamoramiento, ya seamos personas más jóvenes e inexpertas en este tema o adultas, se produce un estado en el que es más complicado detectar ciertos comportamientos tóxicos. Se tiende en nuestra sociedad a romantizar los celos y el control como una muestra de amor y es algo que, aunque se crea que está más trabajado, sigue estando muy muy presente en nuestra cultura. Detectar este tipo de comportamientos como algo que nos aleja de poder establecer vínculos saludables es esencial para prevenir la violencia de género. Recordemos que cuando hablamos de violencia de género no hablamos solo de aquella que se “ve” claramente. Existen muchas violencias invisibilizadas y que pueden ser más difíciles de detectar en los inicios de las relaciones o dentro de ellas. Os dejamos un artículo pasado donde hablamos de los grandes mitos del amor romántico, ya que muchos de ellos promueven estos estereotipos y roles, facilitando la aparición de la violencia de género. Consentimiento Tanto en el ámbito de la terapia, como en el ámbito de la prevención de la violencia de género, es necesario y fundamental hablar de consentimiento. El consentimiento puede parecer un proceso fácil de detectar y comunicar, pero en muchos ámbitos puede darse por hecho o confundirse exclusivamente con expresiones verbales directas. Es esencial trabajar este concepto desde la prevención y la intervención para saber gestionarlo y comunicarlo. Muchas personas se sienten cohibidas ante determinadas situaciones para retirar el consentimiento, por ejemplo. Es muy común que puedan darse casos de abuso sexual en las relaciones de pareja, donde se da por hecho que el consentimiento es un factor continuo y que una vez se expresa no se puede retirar. El consentimiento implica una comunicación clara y voluntaria entre todas las partes involucradas, independientemente del tipo de relación que se tenga o de si anteriormente se había establecido. Esto quiere decir que yo puedo querer tener relaciones sexuales con una persona un día, pero otro no. Empezar una relación sexual y luego querer parar. Puede que quiera tener una relación sexual, pero no practicar determinada acción y puede que esa acción si que haya querido llevarla a cabo con anterioridad. Puede parecer muy evidente, pero hoy en día no solo es un tema polémico, es un tema que cuesta entender. El consentimiento solo suma en las relaciones sexuales o cualquier otro tipo de relación, porque el consentimiento es sinónimo de buena comunicación, algo esencial para que las experiencias que vivamos sean placenteras y basadas en el respeto mutuo. Podríamos hablar de programas de educación sexual que trabajan esto para las personas jóvenes, pero es algo que toda nuestra sociedad necesita ser educada. Como personas adultas, como familias, cumplimos un papel esencial que transmitir a las personas jóvenes. Hablar de consentimiento es hablar de respeto, de escucha, de fomentar la comunicación, de relaciones saludables y de desarrollar la empatía y la resiliencia. Terapia y Apoyo PsicológicoLa terapia psicológica desempeña un papel fundamental en casos de violencia de género. Apoyo emocional para las víctimas Las mujeres que han experimentado violencia de género a menudo sufren trauma emocional. Evidentemente, afecta a todos los aspectos de su vida y muchas de ellas tienen que gestionar un duelo por separación, incluso gestionar la relación con sus hijos e hijas. La terapia siempre proporciona un espacio seguro donde poder expresar sus emociones, hablar sobre sus experiencias y recibir apoyo emocional. No solo se trabaja desde la terapia individual, se potencia la participación de grupos de trabajo donde se comparten experiencias comunes con otras mujeres. Empoderamiento Tanto en terapia individual como terapias grupales se trabaja la autoestima, el establecimiento de límites y el sentimiento de control sobre sus vidas. El objetivo es que sean capaces de tomar decisiones y construir desde la seguridad y la asertividad. Intervención en crisis La terapia psicológica es una herramienta que debe coordinarse con otros agentes sociales que trabajan con la persona que sufre violencia de género. Además, la intervención psicológica es clave para aquellos que perpetúan la violencia. Debemos entender que desde la psicología también se trabaja con las personas que ejercen el maltrato para comprender los comportamientos violentos y ofrecer herramientas para cambiar estos patrones. Desde la intervención directa como con la prevención. Al abordar las raíces y orígenes de la violencia, se busca romper el ciclo.
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