La ilusión es un motor indispensable para lograr lo que nos proponemos y cumplir nuestros sueños y metas, pero no puede ser la única herramienta para llegar a nuestros objetivos. Si permitimos que sea la única, no podremos identificar bien nuestras limitaciones y trabajar en ellas, verlas también como una virtud que nos permiten evolucionar. Las frases motivacionales y sus peligros.“Tu puedes con todo”, “si quieres, puedes”, “si crees en ti mismo lo conseguirás” forman parte de un discurso motivacional que esta muy de moda en la actualidad. En un primer momento pueden verse como una dosis perfecta para alimentar nuestro estado de ánimo y motivación, pero ¿son realmente ciertas? y ¿nos ayudan realmente?. Todos necesitamos confiar en nosotros mismos y sentir que existe una confianza de nuestros seres queridos hacia nosotros para sentirnos valorados, pero todo tiene un límite. Sobretodo porque lo malo no es afrontar las situaciones con optimismo, es dejarnos por el camino las emociones que no son positivas, que no entran dentro de esos discursos cerrados, que las bloqueemos y las olvidemos, que dejemos de gestionarlas. El papel de la presión socialEsta manía actual de centrarse solo en lo positivo y descartar las emociones negativas, no solo viene de nosotros mismo. La presión externa tiene mucho peso en mantener estos discursos y volverlos verdades universales a los que todos nos vemos arrastrados a abrazar. Cuando alguien no consigue vivir cumpliendo estos mensajes, se le ve como débil, como culpable de no ser capaz de domar su propia vida y conseguir la felicidad. Se le hace verdugo de su propia desgracia: “si no lo haces es porque no quieres” y “si no eres feliz es porque lo estás haciendo mal” son los mensajes más oscuros del positivismo tóxico. Pone el foco de lograr las cosas o de superar los problemas, solo y exclusivamente, en nuestros comportamientos, dejando de lado todos los factores externos que influyen el curso de nuestra vida y que mucho de ellos escapan de nuestro control o requieren de ir avanzando en un camino que no es de rosas. Si analizamos bien este discurso podemos darnos cuenta de el adoctrinamiento que viene implícito y se esconde tras él. Si la felicidad depende de nosotros mismos y esta en nuestra mano, cuando sufrimos es culpa nuestra también. En este discurso no hay espacio para la equivocación, para la comprensión con uno mismo, para respetar los tiempos de cada uno y asumir que no todos podemos lograr las mismas cosas ni de la misma manera. Cuando esto ocurre no nos permitimos equivocarnos, no asumimos nuestras limitaciones, no consideramos que pueda estar ocurriendo una injusticia que no dependa de nosotros, no asumimos la realidad de acontecimientos que no dependen de nuestro comportamiento y control.
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