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¿Cómo tratar con un adolescente? en Valencia

¿Cómo tratar con un adolescente?

La adolescencia es una etapa vital que se caracteriza por una sensación de incomprensión, cambios, retos y dificultades que pueden convertirla en un periodo complicado tanto para uno mismo, como para las personas que tenemos a nuestro alrededor. 

La rebeldía adolescente

En la adolescencia se producen la mayoría de cambios vitales hasta el momento. Estamos hablando de un cambio de la niñez  a la edad adulta. Es el puente que une estas dos etapas. 

Cambia nuestro cuerpo, cambian nuestra forma de pensar y de sentir, cambia nuestra sexualidad, cambian nuestras emociones y todo esto bañado por cambios biológicos y hormonales que alteran nuestras conductas y estados de ánimo. 

Los adolescentes empiezan a tener inquietudes adultas y la sociedad les demanda que luchen por esas inquietudes y además establece exigencias que hasta ahora no tenían. Empiezan las responsabilidades, sus actos tienen consecuencias en su futuro y todo eso esta en sus manos. Además existe una presión social ante sus cambios corporales, sus relaciones de iguales, sus relaciones sentimentales…

Es una etapa de exploración y donde se abre su mundo a un montón de nuevas experiencias, tanto positivas como negativas. Podríamos decir que un adolescente siente que esta constantemente fuera de su zona de confort, porque los cambios se producen muy rápido. 

Y medio de todo, los padres dejan de ser su principal referente, para pasar a ser personas que los entienden menos que sus amigos. Esto no tiene porque implicar que el alejamiento que se produzca sea abismal, pero se produce un distanciamiento. 


¿Por qué no ven el peligro? 

En los tiempos que corren podemos observar conductas entre los más jóvenes de imprudencia y que podríamos catalogar de desconsideración ante la situación que estamos experimentando. 

No es que sean irresponsables solo en lo que esta aconteciendo, los adolescentes suelen tener mayor tendencia a practicar actividades peligrosas y tener es sensación de que las cosas malas no van con ellos, que son jóvenes y que no les afectan esas amenazas, como por ejemplo el uso del preservativo. Aunque cada vez haya más información y consciencia existe una tendencia al rechazo de esta sencilla y necesaria protección.

Sus cambios hormonales y cerebrales les convierten en una bomba de relojería con un grandísimo potencial, pero que se escapa en mayor o menor medida de su control. 

De ahí que sea esencial que tengan referencias positivas sobre su comportamiento individual y en lo referente a la sociedad.

¿Qué podemos hacer?

¿Cúal es el problema?

Para poder ayudarles en sus dificultades tenemos que averiguar qué les está ocurriendo exactamente. Los adolescentes suelen presentar problemas de rebeldía, problemas de comunicación y problemas de conducta, pero no todos son iguales ni presentan lo mismo.

No podemos generalizar sus problemas y considerar que simplemente se portan mal, lo hacen mal o no quieren hacer nada. Debemos concretar qué les pasa para poder ayudarlos con las mejores herramientas o pidiendo la ayuda adecuada. Debemos analizar la situación de forma específica y no solo de forma general para encontrar la raíz del problema. 

Poner normas

Como hemos comentado antes, los adolescentes están pasando por una etapa de su vida que a veces se les hace incontrolable. Las emociones, los sentimientos, los sueños, sus logros y sus derrotas, todo es experimentado de forma única. 

Es una etapa preciosa donde podemos conseguir que todo ese potencial e intensidad se convierta en aprendizajes valiosos que les ayude a desarrollar herramientas para su vida adulta. La potencia sin control deja de ser potencia. 

Necesitan tener unas pautas, aunque poco a poco avancen hacia el camino de su independencia. Tienen que aprender a tomar decisiones, pero en ese aprendizaje debemos conseguir que las alas que empiecen a desarrollar tengan unas pautas. 

Aunque lo más importante es que entiendan las normas. Que entiendan por qué las hemos puesto, con qué objetivo y qué ocurrirá si no las cumplen. Si simplemente utilizamos el “no porque no” aunque eviten ese compartimiento o hecho, no estarán desarrollando un aprendizaje con él. Si comprenden la razón, aunque no la compartan, serán capaces de enfrentarse a la frustración de la manera adecuada, a negociar las condiciones si quieren que sean otras y valorar las cosas que tienen que hacer para conseguirlas. 

Tenemos que demostrarles que somo guías y no solo una mera autoridad que manda sin un sentido hacia él. Evidemente la respuesta a las normas puede ser la misma en un principio, las entiendan o no, la resistencia a obedecer es algo también muy típico en esta etapa. Aun así, el resultado general será muy diferente si la imposición la ven basada en ciertas razones que si solo la ven como una orden sin sentido. 

¿Ausencia de premio en vez de castigo?

Puede que esto suene simplemente a una forma diferente de interpretar o catalogar un mismo hecho, pero no es así. 

Muchos estudios indican la poca eficacia real que tienen los castigos para la educación de nuestros hijos. Muchas personas se echan las manos a la cabeza al escuchar este tipo de estilos educacionales que cada vez cogen más fuerza. 

No estamos diciendo que los adolescentes no tengan que enfrentarse a pérdidas o a consecuencias negativas si su comportamiento es inadecuado, solo estamos haciendo hincapié en que a veces es igual de importante el mensaje que la vía y la forma en la que lo enviamos. 

El castigo siempre tiene una connotación de frustración añadida, de injusticia a la que se abrazan y que les impide ver con mayor claridad su parte de la responsabilidad. 

Así que empecemos a mostrarles que lo que ocurre es que su comportamiento les hace perder un privilegio que se habían ganado, intentando que comprendan la razón y evitando de nuevo los “porqué lo digo yo”. 

Cuida la comunicación

Gritar, imponer, juzgar, no permitir que expresen su opinión o no empatizar con ellos son características negativas para una comunicación eficaz y fluida. Que se hayan equivocado no significa que tengamos que criticar todas sus conductas o no podamos empatizar o llegar a comprender la razón por la cual ha ocurrido lo que ha ocurrido. Al final pasa lo mismo que con el castigo: el resultado será el mismo, pero la forma influirá en las consecuencias que logremos tras la discusión. 

Debemos abrazar la escucha activa, la negociación y la expresión de las emociones. A veces caemos, de adultos también, en centrarnos durante las discusiones solo en los hechos y no en las emociones que nos han causado y el porqué nos sentimos dañados o decepcionados. Explicar también las causas emocionales y abrirnos con ellos hará que desarrollen mejor sus capacidades empáticas y emocionales. 

No solo lo malo mereceré ser nombrado

A veces caemos en el gran error de dar por hecho las cosas que se tienen que hacer bien, de verlo como obligaciones, como el comportamiento normal que no merece la pena destacar. Mientras que lo malo lo ponemos encima de la mesa, lo hablamos, lo criticamos y tiene consecuencias. 

Esto puede afectarnos en la vida adulta y generar mucho frustración. Si no aprendemos también a valorar lo bueno, aunque sea nuestro trabajo o responsabilidad principal, caeremos en la trampa de la autoexigencia e insatisfacción. Lo malo siempre restará y lo bueno ni subirá ni bajará la balanza porque es lo que toca. 

Es importante que consigamos mandar este mensaje a nuestros jóvenes para que aprendan a valorar sus logros y que la exigencia sea siempre en las dos direcciones. 

Cuidado con las contradicciones

Si establecemos normas o les explicamos que algo que querían hacer ya no podrán realizarlo porque no han cumplido con sus objetivos, tenemos que ser consecuentes. 

Si hacemos bien todo el proceso anterior pero a la hora de cumplirlo no mostramos que es importante y que es real, podríamos estar mandándoles un mensaje lleno de contradicciones.

Pide ayuda

En ocasiones es posible que estas medidas no sean efectivas y que tengamos esa sensación de “llegar tarde”. Educar a nuestros hijos es una tarea complicada y que pueda estar siendo difícil tiene muchas causas, no solamente la culpa recae en nosotros. 

Podemos pedir ayuda, los psicólogos especializados en esta área nos van a dar pautas más concretas y sobretodo aprender como padres a desarrollar las herramientas necesarias para transmitir estas enseñanzas y pautas de comportamiento. Al igual que ayudar a nuestros hijos a poder establecer también herramientas para enfrentarse a una etapa llena de cambios y emociones. 


 

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