Septiembre es un mes de establecer metas y esto puede llevarnos a tener que iniciar nuevos proyectos u obligaciones. Comienzan las clases, volvemos de las vacaciones y lo sentimos como el fin de una pausa. Este año además de las presiones normales que solemos tener le sumamos la carga de la incertidumbre por toda la situación actual. Si estás iniciando un proyecto, tienes que retomar estudios o trabajos o simplemente te ves en un momento vital de pausa y no encuentras la motivación para arrancar el motor de búsqueda o acción vamos a intentar darte algunos consejos para poder lograr tus metas. ¿Qué es la motivación?La motivación es un principio básico de la conducta de todas las personas. Sin motivación no podemos pasar a la acción. Nos ayuda en el inicio, mantenimiento e incremento de las conductas, es decir, sin ella no podemos llevar a cabo las tareas diarias, ni las obligaciones, ni las metas. Ya sean conductas que nos resulten más o menos agradables siempre tenemos que tener motivación para realizarlas. Es por ello, que está directamente relacionada con otras variables psicológicas como el estrés, la concentración, la productividad o la autoestima afectándonos directamente en nuestra salud emocional. La motivación se puede comparar con el combustible que nos permite llegar a nuestros destinos y recorrer diferentes objetivos y metas a lo largo de nuestra vida. Habrá ocasiones que no necesitaremos demasiado combustible y otras en las que tendremos que recorrer un largo viaje, habrá que parar a repostar y saber dónde y cómo hacerlo. No es un constructo rígido, fluctúa muchísimo a lo largo de nuestro día a día y muchísimas variables pueden influenciarlo. Consecuencias de la falta de motivación
Existen diversas herramientas para mejorar estas situaciones y te vamos a contar algunas de ellas. ¿Cómo podemos mejorar nuestra motivación?Conocerse, una herramienta comodín La motivación está en nosotros mismos. Por mucho que intentemos modificar el ambiente o el entorno, si nosotros no conseguimos creer en esa motivación será imposible impulsarla. Según los rasgos de personalidad podemos desmotivarnos con mayor o menor facilidad, por ello no todas las estrategias van a servirnos de la misma forma a todos. Debemos conocernos, aceptarnos, trabajar en las debilidades y potenciar las fortalezas. Aunque suene repetitivo para hacer todo esto hay que CONOCERSE. Las excusas están “muy bien” para evitar pasar a la acción, pero una vez estamos en la búsqueda activa de la solución no debemos tener miedo a enfrentarnos a estos factores, son los que tienen las claves para poder poner en marcha todas estas herramientas. No te compares Por la misma razón que hemos hablado con anterioridad, compararnos con otras personas solo nos va a traer sufrimiento y pérdida de tiempo afectando directamente a nuestra autoestima. Nuestros logros, avances o dificultades debemos valorarnos en función de dónde nos encontrábamos, dónde estamos ahora y dónde queremos llegar. Hay que valorar las capacidades y habilidades que tenías y que tienes ahora, las que te faltan y cómo mejorarlas. La manera correcta de ponerle nota a nuestros proyectos es hacerlo desde nosotros, ya que otras personas no tienen ni nuestras circunstancias personales ni nuestros objetivos. Las metas En muchas ocasiones la desmotivación viene dada por no tener un foco al que vayamos a enfrentarnos o abarcar. Es decir, como no sabemos qué queremos o hacia dónde queremos ir, no encontramos las ganas de avanzar. Es un círculo vicioso complicado de soltar porque un factor alimenta al otro. Por ello hayq que ROMPERLO. Establece metas concretas y cuando la motivación es baja debemos hacerlo poco a poco y de manera realista. De nada nos sirve establecer un objetivo grande, que requiere pasar por muchas fases anteriores, si no tenemos claro el camino. A veces pecamos de justamente eso, de ponernos objetivos finales sin analizar qué tendremos que hacer durante el trayecto. Nuestros logros positivos Cuando perdemos la motivación podemos caer en la trampa de dejarnos llevar solo por lo malo, de solo ser capaces de ver los aspectos negativos del momento actual y del pasado. Haz una lista de metas, propósitos y logros que hayas tenido a lo largo de tu vida. Oblígate a pensar en ellos, a encontrarlos y a valorarlos. De esta forma también podrás ayudarte a tí mismo a conocer en qué momentos has conseguido que la motivación fuese de la mano contigo y buscar el origen. Los descansos Saber parar es esencial. Tanto en el proceso de la realización de la meta como de forma “radical” en ocasiones. Es decir, ni podemos estar pensando todo el día solo en nuestras obligaciones o tareas pendientes, ni podemos tomarnos una pausa necesaria como un fracaso. Dejar de lado temporalmente nuestro proyecto, descansar, dedicarnos tiempo y darnos espacio no es abandonar. En ocasiones es esencial ver las cosas con perspectiva y cambiar las que sean necesarias. Cuando iniciamos algo es evidente que el resultado que nos imaginamos no será realmente el final. No significa que sea peor, significa que durante el camino también surgirán baches, pero también descubriremos nuevos objetivos o nuevas oportunidades que puedan hacer necesario una redirección. Pide ayuda Aunque la motivación resida en nosotros mismos son muchas las circunstancias ajenas a nosotros que pueden perjudicarla y controlarlas todas no siempre es tarea fácil. Nuestra situación personal, laboral, con la familia y amigos puede afectar directamente a nuestro estado de ánimo y motivación, actuando como otro peligroso círculo vicioso. La ayuda psicológica puede servirnos de herramientas para ordenar las ideas, aprender a establecer metas realistas y conocer nuestras limitaciones y virtudes para poder aceptarlas y sacarles partido. No siempre vamos a poder con todo. Necesitamos aprender a ser asertivos y resilientes y para ello en ocasiones tenemos que poder decir basta y pedir ayuda.
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