Los cambios, las pérdidas, no conseguir nuestros logros o no poder tener unos objetivos y metas claras porque estamos en una situación de incertidumbre pueden acarrearnos consecuencias emocionales intensas y desagradables. Las crisis siempre implican tener que aceptar que algo ha cambiado y que no volverá a ser como antes, por un tiempo o de forma definitiva, que hemos perdido algo y aunque esto pueda ser una oportunidad se pasa mal cuando las experimentamos. ¿Qué son las crisis emocionales? Podríamos describirlas como un estado temporal y pasajero que acompañado de una sensación de incertidumbre nos provoca agitación, sensación de falta de control y nos afecta anímicamente y de forma negativa. Es una etapa en la que nos sentimos desbordados a la hora de afrontar los problemas, cambios o situaciones que estamos experimentando. Las herramientas, métodos o actitudes que suelen ayudarnos a afrontar los problemas no son suficientes, parece que no tenemos nada que hacer ante esta situación y esto provoca mucha frustración, insatisfacción y temor. Además de todos los factores externos y emocionales, cada persona afrontará los problemas de forma diferente y si de normal tenemos menos habilidades para enfrentarnos a las dificultades, y no entrenamos nuestra resiliencia, tendremos más tendencia a experimentar estas etapas desagradables. En resumen, las crisis son un desequilibrio que se produce en comparación de un antes y un después que se experimenta de forma brusca e inesperada y que implica una posible pérdida. Las crisis, como hemos dicho antes, son pasajeras y se diferencian de los episodios de ansiedad y estrés precisamente en eso. Tienen un final más cercano y una temporalidad menor, aunque se experimenten de forma muy intensa. También obligan a tomar una decisión que nos lleva a adaptarnos. Aunque parezca que su origen está en el conflicto que se produce, la verdadera raíz de estos procesos se encuentra en la forma en la que el sujeto es capaz de afrontarlas.
Por ello, ante una misma situación alarmante habrá personas o momentos en la vida en los que desarrollemos una crisis o simplemente pasemos la situación y la afrontemos sin mucha dificultad. Es algo que nos puede pasar a todos y que debemos aprender a afrontar, de esta forma en el futuro tendremos más herramientas para poder sobrellevar las situaciones a las que somos más sensibles.
Etapas de una crisis emocional
Bloqueo o parálisis Es completamente natural y lógico que ante un evento inesperado nuestro organismo reaccione con este mecanismo de defensa. Ante el desconcierto y lo repentino de la situación nos sentimos paralizados. Esto nos impide reaccionar y simplemente intentamos evitar las consecuencias inminentes sin saber cómo afrontarlas, mejorarlas o salir de ellas. Es decir, es una etapa que se caracteriza por la indefensión, el miedo y el no saber. Muchas de las crisis vitales que experimentamos se verbalizan con un: “no sé qué me pasa”, “no se que hacer ahora mismo”, “no sé cómo salir de esto”, “no se que va a pasar”. Incertidumbre “¿Y ahora qué?” nos decimos cuando empezamos a desbloquearnos de la etapa anterior. En esta etapa somos un poco más conscientes de lo que está ocurriendo y de que debemos de tomar una decisión y afrontar el problema. La dificultad reside en que de una fase a otra todo se convierte en caos y no podemos tomar decisiones, no sabemos cómo hacerlo y no sabemos cual queremos tomar. Tenemos varios caminos y no podemos identificar el correcto o el que más nos convence. Empezamos a saber cosas, pero no sabemos cómo ordenarlas o utilizarlas. Miedo Vemos más las amenazas que las soluciones, incluso vemos como amenazas posibles soluciones. Somos más conscientes de todas las consecuencias que pueden suceder. Los pensamientos recurrentes y catastrofistas nos impiden imaginar los buenos resultados y nos centramos en los negativos. Miramos cara a cara al gran monstruo que implica nuestra crisis emocional. Es la etapa en la que la mayoría de las personas experimenta las emociones más intensas. Resolución Es la última fase, en la que ya no solo somos conscientes de las dificultades si no que ponemos en marcha los planes para afrontarlas. Habitualmente llegamos a esta fase porque hemos expresado, aceptado y/o pedido ayuda para poder avanzar. Intentar salir de estos bloqueos completamente solos suele relentizar y hacer mucho más doloroso el proceso.
¿Cómo podemos afrontar las crisis emocionales?
Apoyo externo No tenemos porqué afrontar nuestras dificultades solos. Ser capaces de rodearnos de personas que nos escuchen y acompañen en los procesos delicados es un pilar fundamental para que estas crisis, aunque inevitables, se digieran mejor y con más rapidez. Aunque no a todas las personas nos afectan las mismas cosas, ni nos repercuten por igual, todos tenemos derecho a estar mal, a estar tristes y a que a veces nos superen ciertas situaciones. Rodéate de las personas que te permitan caer a su lado y que te acompañen en todas estas fases, las buenas y las malas, sin prisas y respetando tus tiempos. Las crisis emocionales muchas veces se originan por rupturas, pérdidas de trabajo, pérdidas de personas queridas o cambios muy radicales. Momentos de gran intensidad emocional que a veces requieren más de acompañamiento y escucha que de opiniones y juicios. Entiende y acepta tus emociones y pensamientos Tras la etapa de bloqueo y de miedo, tenemos que digerir las emociones no solo permitiéndonos sentirlas, si no siendo considerados y justo con nosotros mismos. Jamás desvalorices tus emociones y problemas o las juzgues como síntomas de debilidad. No menosprecies tus dificultades, no son ni más ni menos justificadas que las del resto. Pide ayuda profesional No de todas las crisis y dificultades saldremos exitosos. Habrá situaciones en las que debamos asumir que el aprendizaje o descarte de herramientas para el futuro sean nuestro mayor beneficio, pero lo que es importante es tener en cuenta que tenemos varios factores comunes que pueden ayudarnos. Pedir ayuda profesional puede aportarnos un punto de vista externo y darnos mayor control sobre la situación. A veces el problema es lo de menos, pero el conjunto de influencias y otros factores vitales lo hacen inafrontable para uno mismo. Los profesionales de la salud mental pueden aportarnos herramientas y dotarnos de la base necesaria para poder enfrentarnos de forma más exitosa y positiva a estos baches en el camino, como por ejemplo: - Será más fácil evitar que el problema se cronifique o se extienda más en el tiempo.
- Aprenderás a restablecer el equilibrio emocional.
- Aliviar la sintomatología ansiosa y de angustia asociada a las crisis.
Y como siempre decimos pedir ayuda no nos hace menos válidos o débiles, nos permite desarrollarnos y crecer. | 
