Como os contamos en el artículo anterior sobre el miedo a volar, estamos en el mes del año donde se hace honor al terror y los miedos. En esta época de disfraces y máscaras es muy común que esté presente en nuestros personajes ficticios la sangre, pero para muchas personas es una verdadera pesadilla. Enfrentarse a experiencias en las que ven heridas, sangre o situaciones relacionadas como las agujas, aunque sea en sucesos cotidianos y necesarias como un análisis o revisión médica, resulta insoportable. Este miedo supone para muchas personas un problema grave que limita su conducta y que pone en peligro su salud y el funcionamiento normal de su vida. ¿Qué es el Miedo a la sangre?Conocida también como hematofobia, es uno de los miedos más usuales entre las personas. Podríamos considerar que, en parte, es lógico e incluso adaptativo temer ver sangre de otra persona o la nuestra propia, ya que posiblemente indique una situación de peligro. Pese a ello, cuando hablamos de hematofobia nos referimos a no poder ver sangre (ya sea propia o ajena) o cualquier estímulo relacionado en ninguna circunstancia. Este temor podría impedirnos ir al médico o prestar ayuda en una situación de peligro que no esté en juego nuestra integridad física (ante un accidente, por ejemplo). Lo cierto es que es importante no confundir cualquier malestar o desagrado ante la sangre con la hematofobia. Muchas personas se sienten incómodas al ver sangre, como hemos dicho antes es lógico que sea así. Hablaríamos de esta problemática cuando los niveles de malestar, ansiedad y estrés dañan nuestra calidad de vida, la limitan e impiden realizar actos cotidianos y necesarios con naturalidad y fluidez. No es una cuestión de no herirse o tener miedo a que se hagan daño los demás, va más allá de eso. Esta problemática tiene implicaciones que pueden ser mucho más graves en nuestro día a día Respuesta de la hematofobiaEs curioso y es necesario destacar que en esta dificultad se dan dos episodios significativos. Es decir, que la respuesta fóbica ante el hecho de ver sangre o exponerse a situaciones relacionadas con la sangre (no solo hablamos de cuando la vemos directamente) lleva a la persona a experimentar dos fases.
Esto ocasiona que no sea solo una problemática ante la limitación que puede acarrearnos en determinadas conductas, también es un riesgo directo para nuestra salud física, ya que podemos dañarnos ante estos desmayos o desvanecimientos. Recordemos también que para sufrir un episodio de crisis por hematofobia no tenemos que estar expuestos ante una situación de peligro o viendo directamente sangre. Simplemente con una pequeña herida, ver una aguja o imaginar o estar en un entorno sensible a este tipo de situaciones puede despertarse esta sintomatología. Posibles causas No se puede hablar de causas de forma firme y exacta, pero podemos dar pequeñas pinceladas sobre los orígenes que pueden estar implicados en la hematofobia. Podríamos hablar de aprendizaje vicario. De personas que crecen y conviven con familiares o amigos con este miedo y aprenden de lo que ven. También se baraja y se habla mucho de que venga de un miedo adaptativo, que se explique desde una perspectiva evolucionista. Como hemos comentado antes es lógico pensar que queramos huir ante la sangre, ya que podría significar peligro, pero debemos tener en cuenta que, como en el caso del resto de fobias, hablamos de un temor irracional que lejos de ayudarnos limita nuestra vida. Se considera también relevante que recuerdos o vivencias pasadas influyen en este temor. Puede surgir como consecuencia de una mala experiencia en la que se haya sentido mucho miedo, dolor y sensaciones desagradables. Desde este punto de vista la persona asociaría la sangre a una situación negativa. El posible origen de la fobia no determina si es más o menos tratable. Muchas personas no identifican de dónde viene esta dificultad y esto no supone un problema para trabajar en terapia. ¿Cómo afrontar la hematofobia?Como ocurre con el resto de tratamientos para las fobias, la ayuda psicológica nos muestra un alto porcentaje de éxito ante esta dificultad. Se trabajan diferentes herramientas y mecanismos para aprender a gestionar la hematofobia. Estos procesos están enfocados a controlar el miedo irracional y sus consecuencias en nuestra conducta. Es muy importante dar información del proceso para controlar la angustia, la ansiedad anticipatoria y los pensamientos negativos que puedan aparecer ante el miedo, además de atender la sintomatología física de los pacientes. Es importante destacar que con la hematofobia no se busca exactamente lo mismo que en el tratamiento ante otras fobias. En esta dificultad buscamos que la persona se resista a la sintomatología, no que simplemente se relaje ante los estímulos. La sintomatología de las dos fases que hemos explicado con anterioridad supone un grave peligro para la salud y por eso resulta muy útil y necesario el trabajo a través de la tensión muscular para evitar los posibles desmayos. Las principales estrategias irían enfocadas a:
Es una de las fobias más comunes y con mayor consulta en terapia. Si te sientes identificado o identificada y sientes que este miedo está limitando tu vida y perjudicando tu salud pide ayuda, no esperes a tener que enfrentarte a una situación determinada para afrontarlo.
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