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¿Por qué intento agradar y complacer a todo el mondo? en Valencia

¿Por qué intento agradar y complacer a todo el mondo?

    En una época donde la solidaridad y el amor están en boca de todos, es importante reflexionar sobre los errores que cometemos al confundir la empatía y los cuidados con la complacencia desmedida.

    La presencia y cuidados a nuestros seres queridos es esencial para alimentar los vínculos y cuidar las relaciones. En esto, creo, que estaremos todos de acuerdo. El problema viene cuando esos cuidados sobrepasan nuestras energías, dejándonos en una situación de vulnerabilidad para nuestro propio bienestar.

    Evidentemente, la vida puede ponernos ante situaciones que requieran un esfuerzo y desgaste, como puede ser la enfermedad de alguien cercano que necesita nuestra ayuda, pero en muchas ocasiones caemos en olvidarnos de nosotros mismos sin que sea una situación extrema.

    El amor no es una competición de sacrificio y nunca debería de verse de esa manera. Cuidarnos y priorizarnos también garantiza que lo que podamos dar sea de mayor calidad.

    Caer en la trampa de complacer constantemente en búsqueda de aceptación y amor tiene un alto precio, ya que poco a poco podemos olvidarnos de establecer límites y no aprender a ponerlos nunca.

    La importancia de los límites

    Muchas veces hablar de establecer límites puede sonar algo ambiguo. ¿Qué límites pueden establecerse? ¿Cuándo deben ponerse? ¿Deben acordarse?

    Podemos diferenciar entre diferentes tipos de límites en función del contexto y el tipo de relación. No será lo mismo establecer límites para relaciones laborales que para relaciones de pareja, por ejemplo. También podemos diferenciar los límites en: 

    Límites físicos

    Hablamos aquí del contacto directo con las personas en el plano de lo físico. La forma de saludar, expresar, cariño, comunicarnos… Muchas veces estas acciones implican un contacto directo con nuestro cuerpo e interacción con el de otros. No todas las culturas o todas las personas tienen los mismos ritmos para generar confianza en este tipo de acciones. Es importante saber identificar si la otra persona desea que la toquemos y sobre todo no obligarnos a contactos físicos que nos incomoda por quedar bien.

    Estos límites pueden establecerse en todo tipo de relaciones, desde la forma en la que interactuamos al conocer a alguien, la forma en la que queremos expresar cariño a nuestros seres queridos o nuestros límites en las relaciones más personales o sexuales.

    Límites personales

    Cuando no hablamos del plano físico es complicado buscar una palabra que represente nuestras ideas, pensamientos, emociones, expresión, juicios, creencias, gustos, necesidades…

    Tenemos que poder expresar nuestros pensamientos o conceptos morales y aceptar que no todo el mundo puede compartirlos. Teniendo en cuenta que cuando hablamos de cosas básicas que contemplan los derechos humanos, no hay cavidad al debate en la práctica, cada persona puede pensar diferente. Estos límites no son solo referidos a poder desarrollar nuestras propias ideas y pensamientos críticos, sino también poder expresarlos con asertividad y respeto. Tus ideas importan y en tus relaciones personales debes de sentirte bien para poder expresarlas.

    La comunicación es esencial para poder expresar necesidades y detectarlas, solo así se podrán establecer relaciones positivas.

    Aquí podrían entrar también los límites que establecemos a nivel emocional. Poder expresar sentimientos con libertad, compartidos y escuchar y sentirnos escuchados.

    Por supuesto, los límites no deben de considerarse solamente una cuestión de qué damos o en qué forma, también implican tiempo. El tiempo es una de las cosas más valiosas que tenemos en la vida y la forma de emplearlo debería de poder satisfacernos en una balanza de lo que dedicamos a los demás, lo que dedicamos a las responsabilidades y lo que dedicamos a lo que realmente nos gusta o nos apetece.

    Como hemos comentado antes, habrá ocasiones en las que estos límites deberán ser más laxos por necesidad o por compromisos concretos, pero no deberíamos perder nunca de vista lo que nosotros mismos deseamos. 

    Esto es un aprendizaje que se va desarrollando durante toda la vida y que no implica que sepamos o no dominarlo en términos generales. Puede que los límites ante nuestra familia los llevamos bien, pero nos cueste establecerlos en el trabajo o viceversa. Puede que durante una época no sepamos y aprendamos a hacerlo.

    Estar ahí para los demás no debería de ser sinónimo de esclavizarse. Mucho hablamos del concepto de asertividad, pero su construcción y puesta en marcha es algo que requiere esfuerzo y trabajo diario.

    ¿Qué podemos hacer?

    Podemos sentir miedo para establecer límites. Estos temores pueden venir de creer que por ello vamos a ser menos aceptados, valorados o queridos, que no vamos a ser suficiente, que si no te sacrificas no parece que te esfuerces. También podemos tener miedo a que nos juzguen como egoístas. No es egoísta priorizarse, ni penar en uno mismo. La cuestión es que todo ello venga acompañado de empatía. De esta manera vamos a poder entregarnos a cuidar y permitirnos los cuidados.

    Tus necesidades

    Para poder establecer límites primero debemos de poder identificar qué queremos, qué no y qué necesitamos. Todo ello acompañado de conocer nuestros valores y permitirnos aceptar nuestras emociones. Entender cómo nos hacen sentir las cosas es esencial para que lo que demos sea satisfactorio para todas las partes y nunca se convierta en un arma arrojadiza para medir la calidad de nuestros vínculos.

    Comunicación asertiva

    Esta empatía puede impedirnos comunicar de forma correcta. No podemos decir las cosas sin tener en cuenta las emociones de lo demás, pero tampoco podemos juzgarnos o no permitirnos expresar por miedo a hacer daño. La clave en la comunicación es la manera en la que se dicen las cosas. Habrá momentos dolorosos que no podremos evitar, pero si podemos controlar cómo lo decimos.

    Delegar no te hace menos válido

    Establecer límites también va de saber delegar, de dejarse cuidar, de permitirse caer y que nos ayuden a levantarnos. Tareas, responsabilidades, cargas… Podemos pedir ayuda y eso no nos hace menos válido ni en nuestros trabajos ni en nuestras relaciones.

    Pide ayuda profesional

    “No quiero, “no puedo”, no me apetece”, son expresiones que parecen fáciles de afrontar, pero que en la práctica pueden hacerse un mundo. Tendemos a inventarnos excusas invalidando así nuestras apetencias y necesidades.

    La psicología puede enseñarte estrategias y recursos para poder decir lo que piensas y lo que necesitas, dejando atrás la evitación, el miedo y el malestar.

    La clave está en el equilibrio. Es un gran desafío encontrar la fórmula en nuestros diferentes tipos de relaciones para cuidar con responsabilidad y asertividad. Como hemos comentado antes, es un trabajo constante, un aprendizaje que no podemos pretender alcanzar de forma perpetua, que está en constante cambio y en constante examen. Aprender a entender qué nos lleva a complacer sin peros, también es esencial para entender cómo podemos llegar a un punto más saludable para nosotros. 

     

     

     

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