A veces, tenemos la sensación de que todo nos sale mal, de que en nuestra vida nada está bien, que todo se derrumba, que pasan las cosas malas de golpe. Podemos llamarlo mala racha o como queramos, pero nada tiene de raro o preocupante no estar siempre felices. Existe también una gran presión social relacionada con la felicidad, estar bien y el éxito, que por compararse puede llevar a sumar a la sensación de estar mal por él, simplemente de no estar tan bien como valoramos otras vidas u otras situaciones. Esta sensación está ligada a varios factores psicológicos que podemos trabajar para mejorarla. No significa que no tengamos derecho a expresar nuestro malestar o que no sea real, que haya momentos que ocurren muchas cosas malas o simplemente no podemos gestionarlas, no encontramos la manera. Todo ello puede ser consecuencia de eventos estresantes, de pensamientos intrusivos, problemas con la autoestima o sucesos que afectan a nuestro estado de ánimo. Evidentemente, tener ansiedad o estar en un proceso depresivo son cosas que suman y facilitan a estas sensaciones. Factores que pueden afectar a esta situaciónDistorsiones Cognitivas Las distorsiones cognitivas son patrones de pensamiento que podemos tener ante un hecho o acontecimiento determinado o como mecanismo general para afrontar los sucesos de la vida. Se caracterizan por ser irracionales y refuerzan todas esas creencias negativas de las que estamos hablando. Cuando hablamos, por ejemplo, de atención selectiva, nos referimos a poner el foco con mayor facilidad en lo malo. No solo por prestarle más atención, también por no atender a lo bueno, que podría funcionar como mecanismo compensatorio para poder hacer una valoración más realista de lo que nos sucede. No somos capaces de hacer balanza. Poniendo estos dos ejemplos nos damos cuentas que nuestros pensamientos por sí solos, la interpretación que hacemos de los hechos, suma mucho en la sensación de que “todo sale mal”, de esos absolutos y bucles que todas las personas experimentamos alguna vez. Y volvemos a reincidir en la idea de que no significa que no podamos estar mal, que lo importante es darse cuenta de si podemos abordarlo o necesitamos ayuda. Depresión y/o ansiedad Evidentemente, trastornos como la ansiedad y la depresión afectan directamente en la visión que tiene una persona de su vida, a cómo la percibe. Al tener sentimiento de tristeza, desesperanza, ansiedad, preocupación por el futuro, incertidumbre y no encontrar herramientas para abordarlo, estas sensaciones se agrandan. Nuestra autoestima La autoestima es un factor que funciona como protección o amenaza en las posibles dificultades que aparecen en nuestra vida. Dado que de ella depende la propia visión de nosotros mismos, podemos llegar a sabotearnos mucho si no sabemos poner en valor e identificar nuestras fortalezas, identificar nuestros logros y ser capaces de darnos permiso para equivocarnos, si ocurre. Las comparaciones sociales Con las nuevas tecnologías estas comparaciones son todavía mayores. Vivimos constantemente expuestos a una ventana de vidas y mundos inalcanzables que merman nuestra capacidad de valorar las cosas buenas que tenemos. ¿Qué podemos hacer?Cuando esta situación es algo puntual que nos invade e impide disfrutar o altera nuestro día a día, podemos poner en marcha una serie de estrategias para intentar mejorarla, para ser capaces de hacer una lectura más realista y justa para con nosotros mismos. Como abordaremos más adelante, si esta sensación se mantiene en el tiempo, es importante pedir ayuda, ya que pueda afectar y empeorar otro tipo de dificultades. Es relevante detectarlas en nosotros mismos, pero también detectarlas en nuestros seres queridos. Estos mensajes, alargados en el tiempo, pueden ser señales de que alguien pide ayuda o la necesita sin saber expresarlo de otra manera, incluso no darse de cuenta de que le vendría bien, de que su situación no tiene por qué sostenerla en solitario. Mindfulness y Meditación Las técnicas de relajación, respiración, centrarse en el momento… Son estrategias que nos ayudan con la sintomatología ansiosa. De esta manera, enfocarse en el presente nos permite dejar de lado muchos de los pensamientos intrusivos que vienen del pasado o de los futuribles que “inventamos”. Establecerlas en nuestra rutina puede tener consecuencias positivas en la reducción de la ansiedad. Trabajar la autoestima Si es un factor que puede verse tan afectado por este tipo de situaciones, es evidente que reforzarla es una gran estrategia y herramienta de afrontamiento. Ser capaces de celebrar los logros y ser comprensivos con nosotros mismos ayuda a mejorar nuestro control en esos pensamientos que pueden resultarnos intrusivos. El grupo de apoyo Rodearse de las personas que nos hacen felices y expresar nuestro malestar tiene un efecto de desahogo que permite relajarnos y recuperar fuerzas. Es como tomar una bocanada de aire antes de sumergirnos, puede que no se soluciona el problema, pero habremos recargado las pilas para seguir buscando soluciones y poner en marcha estrategia de afrontamiento. Esa batería social puede estar ligada a personas, pero también a permitirnos espacios de ocio que nos gusten y momentos de disfrute y desconexión. Ejercicio físico Al igual que las técnicas de respiración o meditación nos pueden ayudar, el ejercicio físico es clave para mejorar sintomatología ansiosa para algunas personas. Al final con la actividad física liberamos endorfinas y nos centramos en una actividad determinada por el tiempo que la realizamos. Toma el control de lo que puedas y aprende a soltar lo que no depende de ti Esto siempre es más difícil hacerlo que decirlo y es que cuando entramos en estos bucles es muy complicado darse cuenta de que hay cosas que no podemos controlar, que afectan negativamente a nuestra vida, pero debemos aprender a soltar la culpa y el peso de sus consecuencias. Puede que haya situaciones que tengamos que asumir, con las que no podamos luchar y no dependa de nuestra valía, interés o fortaleza. Diferenciar esto en algunos casos puede ser realmente complicado, hay matices y situaciones vitales que nos impiden ver con claridad hasta donde llegamos y las herramientas de las que disponemos, por eso es tan importante detectar cuándo necesitamos ayuda y no ver como una debilidad o un problema pedirla. El consuelo del aprendizaje Dicho de esta manera suena un poco mal, suena al dicho de “consuelo de tontos”, pero no es del todo así. De una situación incómoda, mala y desagradable podemos lograr grandes aprendizajes, porque una vez estamos ahí y no podemos ir atrás, queda poco más que afrontar y ver cómo salimos, si se puede, o cómo aceptamos, si se debe. Esto evidentemente es un análisis muy pobre y generalista. Cada situación sumará complejidad con las circunstancias personales de cada persona, pero sí que es cierto que tendemos a tener una gran presión en ver lo malo como un fracaso, cuando puede ser una oportunidad (forzosa) de aprender algo. Para poder llegar a este punto debemos haber podido trabajarnos mucho el malestar y desarrollar esas herramientas de afrontamiento que nos hagan ver lo bueno y lo malo, permitirnos marcar límites, pedir ayuda… Puede verse como el final del camino, pero tenerlo en mente puede ser el detonante de darse cuenta de que estamos ahí y necesitamos salir.
Busca apoyo profesionalPide ayuda, es un sí absoluto. No vamos a poder siempre con todo e igual no solo estamos en una época mala o en un momento que se han juntado varias cosas malas, igual también estamos desgastados de haber intentado poder con más cosas de las que deberíamos, de haber normalizado malestares y esfuerzos. La terapia puede potenciar todas estas estrategias que hemos nombrado y trabajar en esos pensamientos intrusivos, esas distorsiones, problemas de ansiedad, de autoestima, de encontrar el equilibrio para poder encontrar el lugar desde el que podemos empezar a afrontar, a soltar si es necesario, a creer y a construir.
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