“Estoy bien” es una de las contestaciones más comunes ante la pregunta “¿Cómo estás?”. A veces la usamos casi de forma automática, sin ser cierta. No querer entrar en detalles, temer a expresar nuestras emociones e incluso saber que no lo estamos, pero no poder explicarlo y preferir no enfrentarnos a ello ni con nosotros mismos ni con los demás. “Puede que estemos pasando una mala época”, será el trabajo”, “todo me va bien, ¿por qué me siento asi?, “hay gente que está peor”, “si a mi todo me va bien”, “no tengo derecho a estar triste” y un sinfín más de pensamientos que lejos de ayudarnos nos impiden afrontar los motivos por los que podemos sentirnos mal. Todas las emociones son necesarias, cumplen su función y nos ayudan a seguir adelante, pero si nos sentimos mal no tenemos porque restarle importancia constantemente y obligarnos a ponernos una máscara para estar bien. “Estoy bien” es una de las contestaciones más comunes ante la pregunta “¿Cómo estás?”. A veces la usamos casi de forma automática, sin ser cierta. No querer entrar en detalles, temer a expresar nuestras emociones e incluso saber que no lo estamos, pero no poder explicarlo y preferir no enfrentarnos a ello ni con nosotros mismos ni con los demás. “Puede que estemos pasando una mala época”, será el trabajo”, “todo me va bien, ¿por qué me siento asi?, “hay gente que está peor”, “si a mi todo me va bien”, “no tengo derecho a estar triste” y un sinfín más de pensamientos que lejos de ayudarnos nos impiden afrontar los motivos por los que podemos sentirnos mal. Todas las emociones son necesarias, cumplen su función y nos ayudan a seguir adelante, pero si nos sentimos mal no tenemos porque restarle importancia constantemente y obligarnos a ponernos una máscara para estar bien. ¿Por qué me siento triste?Examinar las propias emociones es necesario para poder sentirnos mejor, para darle importancia a lo que sentimos y darnos valor. Muchas veces con el ritmo de vida acelerado, las redes sociales o las presiones externas nos obligamos a dar la mejor versión de nosotros mismos. Vemos los descansos, los espacios propios como un lujo al que accedemos solo cuando nos lo hemos ganado, en vez de como algo necesario para nuestro bienestar emocional. Miramos alrededor y no vemos una causa justificada para sentirnos así. Buscamos en los demás, en lo externo el motivo, cuando la respuesta está en nosotros mismos. La tristeza se camufla y tiene muchas caras. Las personas que sienten tristeza no se les nota siempre, no se expresa de forma externa en todas las ocasiones. La tristeza puede paralizarnos, influye en cómo analizamos y valoramos el pasado y el presente, pero sobretodo como vemos el futuro. Afecta a nuestra motivación para afrontar las cosas y a las expectativas que tenemos sobre ellas. Enfrentarnos a la tristeza, a lo que nos pasa, a nuestras emociones es el primer paso para poder sentirnos mejor, pero muchas veces hacerse las preguntas adecuadas implica dejar de bloquear lo malo y mirarlo de frente. Esto puede ayudar a que aparezcan nuevas posibilidades para afrontar y enfocar nuestros problemas. En lo que concierne a la psicología, a nuestros estados emocionales, es raro que todos ellos dependan solo o vengan solo de una causa determinada, suelen estar rodeados de matices. Por ello, es importante que sepamos identificar y afrontar nuestras emociones: Busca el motivo A veces caemos en la trampa de que hay ciertas emociones o estados emocionales que solo justifican causas muy graves o pérdidas. Permítete identificar qué te genera malestar, deja de desvalorizar tus emociones y sentimientos. Para ello puedes preguntarte:
Desglosa las emociones El sentimiento de tristeza puede ser el resultado de una etapa en la que estemos bajo presión, ansiedad o estrés. De ahí que sea tan relevante analizar sus causas. Una persona puede sentirse mal, pero no estar triste. La frustración, la inestabilidad, un gran cambio en la vida, responsabilidades que superan nuestras capacidades… Entiende la tristeza Las emociones negativas no existen, todas son necesarias, incluso las que nos hacen sentir mal. Todas las emociones pueden ser agentes de cambio en nuestra vida y nos permiten valorar, analizar y actuar ante las cosas que nos suceden. La tristeza puede ser un aviso, un momento para parar y poder analizar, un elemento indispensable para superar los duelos y las pérdidas. Las emociones deben marcar ese equilibrio en la vida. Lo único que tienen de negativo las emociones como la tristeza es que no las expresamos, que las guardemos o las escondamos. Puedes sentirte mejor Y no sólo puedes, debes permitírtelo. Esto no significa que esté en tu mano o haya una fórmula mágica o que seas débil por no conseguirlo. Esto significa que buscar ayuda a veces es el camino para estar bien. Es poner remedio. Es afrontar lo que te ocurre. En la vida habrá momentos en los que podamos experimentar ciertas emociones que nos hagan sentir mal, y estos momentos podrán ser más o menos duraderos, más o menos intensos y/o más o menos complicados. No somos los únicos responsables de cómo nos sentimos, pero tomar las riendas de estas situaciones sí que puede estar en nuestras manos. La ayuda psicológica puede ser esencial para acompañar en este camino en muchas situaciones. Para dotarte de todas esas herramientas que necesitas y para sentirte mejor. No debemos desvalorizar nunca cómo se siente otra persona, ni tampoco como nos sentimos nosotros mismos. Los motivos pueden ser diversos y tener una buena situación no justifica que no podamos sentirnos mal o pasar por un mal momento. La vida es la suma de muchas cosas y no solo nuestros triunfos, logros, trabajos y responsabilidades; y para poder cuidar de todo ello y mucho más debemos cuidarnos primero nosotros. |
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