Los acontecimientos a los que nos enfrentamos en la vida pueden venir acompañados de pensamientos y sensaciones de desesperanza: “nada va a mejorar”, “no va a salir bien”, “no podré con todo” y un sinfín de pensamientos que nos hacen sentir desesperanza. Podemos afirmar que es una creencia irracional, pero difícil de hacer consciente cuando la estamos experimentando y que va acompañada de una carga emocional que complica su gestión. Muchas veces la aceptamos como si fuera la verdad absoluta ante la circunstancia que estamos sufriendo, una regla que describe nuestra realidad y no es así. Afrontar la desesperanza no es una tarea sencilla, pero no es imposible. ¿A qué llamamos desesperanza?Podríamos explicar la desesperanza como un estado emocional que viene acompañado de muchas emociones negativas, pensamientos y comportamientos que alimentan esta sensación de indefensión absoluta ante una o varias circunstancias. La desesperanza nos culpa de las cosas que no podemos controlar, de las que no somos responsables, de todo en general. Si este estado se presenta de forma persistente afecta directamente al funcionamiento normal de nuestra vida, a nuestro trabajo, vida personal, familiar, de pareja y al desarrollo de cualquier actividad. Estaríamos hablando de un estado emocional, que si persiste en el tiempo, puede llevarnos a tener graves consecuencias en nuestra salud mental. La desesperanza puede ser algo que aprendemos, algo que nace de nosotros, que alimentamos con nuestras interpretaciones, aunque el detonante sea una causa externa. Esto es importante entenderlo, porque nadie niega ni menosprecia el dolor que podamos sentir ante una situación, pero la interpretación que hacemos de los sucesos tiene una influencia directa en cómo nos sentimos, no solo exclusivamente lo que nos ocurre. Síntomas de alerta ante la desesperanza
Consecuencias para la salud mental Debemos entender que sentirnos desesperanzados en algún momento de nuestra vida es completamente normal. Como todas las emociones, incluso las que consideramos negativas, es normal y sano experimentarlas. El problema viene cuando estos cuadros se quedan con nosotros y nos acompañan afectando a todas las facetas de nuestra vida. No hablamos de algo puntual cuando es un problema, ni de que siempre tengamos que ser positivos ante todas las cosas La vida está llena de situaciones tanto buenas como malas y debemos aceptar que vienen acompañadas de emociones agradables y desagradables. Como hemos comentado antes un estado de desesperanza continuado en el tiempo puede derivar en un problema para la salud mental de las personas, por eso es importante prestar atención a nuestras emociones, nuestros procesos y ser capaces de pedir ayuda. La desesperanza sufrida durante largos periodos de tiempo puede afectar a nuestra salud mental y física:
Consejos para superar la sensación de desesperanzaTen metas y objetivos, permítete ilusionarte No tener metas, objetivos que nos ilusionen puede hacernos caer en una sensación de estancamiento y bloqueo. Una de las formas de mejorar estas sensaciones de desesperanza es establecerte objetivos concretos y realistas. Es cierto que cuando estamos pasando por estas circunstancias nos cuesta sacar la energía para establecer objetivos, pero podemos aprovechar estas fechas del año, donde solemos hacer balanza, para dejar de juzgarnos y culpabilizarnos y centrarnos en lo que podemos y queremos hacer. Permitirnos ilusionarnos con nuevos comienzos, por pequeños que nos parezcan. No procrastinar pensando que ya lo haremos cuando tengamos mejor humor, porque hacerlo es lo que nos va a permitir mejorar nuestro estado de ánimo. Os recomendamos que leáis este artículo con consejos para cumplir los propósitos de año nuevo. Cuidado con acomodarte: la zona de confort La desesperanza nos hace sentir mal, pero como hemos comentado antes puede llevarnos a procrastinar y a no asumir las responsabilidades o aumentar la pereza ante las cosas por no querer enfrentarnos a ellas. Debemos intentar no estancarnos en rutinas que alimentan estas emociones negativas en bucle. No intentes negar tus emociones ni te culpes por ellas Sentirte mal no es algo de lo que debas avergonzarte. Debemos empezar a ser capaces de enfrentarnos a nuestras emociones como lo que son, sean positivas o negativas. No pongamos el peso de la culpa como una carga más. Rodéate de gente que de verdad te haga feliz El cuidado tiene que venir de dentro, pero con el apoyo de nuestros seres queridos en estos momentos más difíciles es más sencillo encontrar de nuevo la ilusión y la energía. No te aísles. Apóyate en amigos, familia y conocidos que te hagan sentir bien. No hablamos solo de contarles cómo te sientes, que es verdaderamente importante tener espacios donde poder expresarnos en confianza, también hablamos de distraerte, de socializar y permitirte desconectar. Esto puede aportarnos diferentes puntos de vista que nos abran las posibilidades de interpretar las cosas de otra manera. Pide ayuda profesional Sabemos que lo hemos dicho en varias ocasiones en este artículo, pero es realmente valioso no esperar a sentirnos extremadamente mal para poder permitirnos pedir ayuda. No poder con todo no es algo que nos haga débiles, es humano. Tener la capacidad de asumir que estamos en una circunstancia difícil y que necesitamos el apoyo de nuestros seres queridos es sano, al igual que pedir ayuda psicológica que nos permita avanzar, mejorar y superar estas circunstancias que afectan a toda nuestra vida. En este último artículo queremos desearos feliz año y deseamos para el 2023 que la salud mental de las personas sea una prioridad. Por nuestra parte seguiremos trabajando para poner nuestro granito de arena. |
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