Los largos días de verano con los niños y niñas en casaVivimos en un momento y contexto social en el que los ritmos de vida diarios, los hábitos, están llenos de actividades. Ya sea por gusto y/o obligaciones, cada vez más las actividades llenan todo nuestro tiempo, impidiéndonos enfrentarnos al aburrimiento. Que no nos aburramos no significa que no estemos cansados o desgastados. En el mundo adulto esto puede ser una de las causas principales del burnout o situaciones de ansiedad y estrés elevadas. En el artículo de hoy vamos a hablar más de cómo cada día vivimos en una sociedad que podría describirse como “temerosa del aburrimiento” y cómo esto afecta a la manera que nos relacionamos con los más peques de la casa. Ya sea por falta de tiempo o por ese agotamiento, podemos caer en no permitirles aburrirse, pero sin tener energías a invertir todo nuestro tiempo libre en ellos y ellas. No hablamos de que tenga que ser así al cien por cien. Tanto madres, padres y otras figuras de cuidado necesitan sus espacios para que la familia funcione, pero a todos y a todas se nos viene a la cabeza ese momento en el que les damos una pantalla para que no se aburran. Nada de malo tiene introducir estas herramientas como parte de su ocio, dado que ya forma parte del de todos y sería también injusto aislarles digitalmente. No vamos a hablar de los peligros de la pantalla en sí, sino más bien de la falta de herramientas que no desarrollan para aburrirse, para tolerar la frustración. En un mundo donde prima la inmediatez aburrirse de vez en cuando es casi un tesoro, un aprendizaje necesario. El aburrimiento en la infanciaEl aburrimiento en los niños es un tema que suele valorarse como algo negativo, algo que debemos evitar como adultos a su cargo, que si lo permitimos estamos haciendo algo mal. Esto no es cierto, dado que el aburrimiento cumple un papel crucial en la creatividad, la resiliencia y la capacidad de autorregulación, en definitiva, en tolerar ciertas frustraciones y momentos vitales importantes. Si somos lo suficientemente mayores, o, mejor dicho, lo suficientemente sabios en experiencias vitales, recordaremos algún día caluroso de verano que debíamos parar nuestras actividades al mediodía. La siesta, la famosa digestión, las altas temperaturas… Rodeados de una sobremesa solo de adultos y nosotros y nosotras aburridas sin poder salir de la sombrilla y sin, evidentemente, ninguna pantalla. ¿Qué hacíamos? Imaginábamos, jugábamos, convertíamos un montón de arena en castillos increíbles, un palo en un avión o un pensamiento en una gran historia. Nadie se ha muerto por enfrentarse al aburrimiento y tener que sobrellevarlo un ratito. El aburrimiento como motor del desarrollo El aburrimiento es el espacio en el que las personas pueden dar rienda suelta a su imaginación, creatividad o simplemente a la pausa. Puede frustrar, pero se afronta. Puede ser molesto, pero se pasa. Puedes coger un papel activo y buscar una alternativa o solo afrontarlo y dejar que pase, porque es una cuestión de tiempo normalmente y más si hablamos de niños y niñas. Es cierto que la sobreexposición a las pantallas ha aumentado la facilidad de sentir aburrimiento en las personas jóvenes si no tienen estímulos constantes, pero nunca es tarde para buscar alternativas saludables para enseñarles a sobrellevarlo. Las pantallas, grandes aliadas si las controlamos Como hemos comentado, no queremos estigmatizar las pantallas. Ya sea redes sociales, visionado de material audiovisual, como películas o series o videojuegos. Aun así, debemos de hacer una reflexión sobre el abuso que hacemos sobre ellas tanto adultos como personas jóvenes. La propia sobreexposición nos impide alejarnos de los estresores del día a día y evidentemente no potencia en absoluto la imaginación y la creatividad, aunque pueda ser una herramienta para desarrollarla una vez esté en marcha. Como dato general, debemos tener en cuenta que el tiempo prolongado frente a pantallas puede provocar problemas de sueño, malos hábitos de alimentación, y una reducción en la actividad física, relacionada con todo lo anterior. Estos factores no solo afectan la salud física, sino que también tienen un impacto directo en la salud mental y emocional. ¿Hay que proteger el aburrimiento?Si hacemos una reflexión, un trabajo de introspección con nosotras y nosotros mismas, nos daremos cuenta de que como sociedad le damos importancia al aburrimiento porque lo vemos como una perdida de tiempo, precisamente por ese ritmo de vida insaciable e inalcanzable que nos imponemos (y nos imponen). Básicamente, si te aburres no estás siendo útil, no estás exprimiendo la vida, te estás perdiendo cosas. Estrategias para permitir que los niños se aburran de manera saludablePermitir que los niños se aburran no significa ignorarlos o dejarlos a su merced, ni mucho menos que queramos que sufran. Existen algunas estrategias que les irán permitiendo afrontar el aburrimiento sin que sea un hecho traumático, que está lejos de serlo.
Si los padres muestran que valoran el tiempo libre y la desconexión de las pantallas, es más probable que los niños imiten estos comportamientos. En conclusiónEl aburrimiento forma parte de la vida. Viene sin poder elegirlo, ocurre, es una situación que todos y todas vamos a sentir en algún momento y no tiene nada de malo. Es obvio que no hablamos de que tengamos una vida llena de esta sensación constantemente, porque esto podría llevarnos a la desmotivación. Creemos que ha quedado bastante claro en este artículo que hablamos de un aburrimiento saludable para las personas, para su desarrollo y sus estrategias de afrontamiento para la frustración. A veces aburrirse, puede ser hasta sanador. Puede ser un espacio no solo de creatividad, sino de calma, de pausa, de descanso. Pese a ello, si no sabemos manejar este tipo de situaciones con los más peques de la casa o no conseguimos que desarrollen esa tolerancia a la frustración o desconexión digital, la terapia puede ayudarnos. Ya sea para darnos estrategias a los cuidadores y cuidadoras y también a ellos y a ellas. Al potenciar estas capacidades, estaremos ayudándoles a desarrollar las habilidades y estrategias resilientes, creativas y emocionales.
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