Enseñar a los niños a relajarse es una forma agradable de inculcarles hábitos de vida sana y que aprendan a desarrollar su inteligencia emocional. En un mundo donde lo que sobran son los estímulos de toda clase, darle a los niños ejercicios de relajación y que lo incorporen como estilo de vida, los beneficará en desarrollar su verdadero potencial y rendimiento intelectual y físico. Entre los beneficios de la utilización de manera continuada de técnicas de relajación con niñ@s, se puede destacar que la relajación: Beneficios de la relajación en los niñosEntre los beneficios de la utilización de manera continuada de técnicas de relajación con niñ@s, se puede destacar que la relajación: - Aumenta la confianza en uno mismo.
- Mejora la memoria y la concentración.
- Mejora la calidad del aprendizaje.
- Permite distender el organismo y disminuir el estrés muscular y mental.
- Canaliza las energías del niñ@.
- Ayuda a vencer la timidez.
- Contribuye a la intervención de tics.
- Enriquece la sensibilidad.
- Tras la actividad física, permite alcanzar un estado de bienestar y tranquilidad.
- Reduce la ansiedad.
- Mejora la calidad del sueño.
- Mejora la circulación sanguínea.
- Disminuye los ataques de pánico y la angustia.
- Los niñ@s que padecen asma pueden prevenir las crisis o disminuirlas.
- Produce bienestar global.
Así que, ahora te invito a relajarte y a hacer esta pequeña sesión con tus pequeños. A continuación verás una de las relajaciones que practico con mis alumnos en mis Clases de Educación Social y Emocional. He seleccionado actividades sencillas y las he adaptado con el objetivo de que puedas practicarla en cualquier lugar, con tus pequeños, ya sean hijos, alumnos (o con ambos :). Lo más importante es que disfrutéis compartiendo ese momento de una forma creativa y placentera a la vez. SESIÓN DE RELAJACIÓN
Muchas madres me han preguntado cómo consigo que los pequeños se relajen en el aula, qué técnicas utilizo para conseguir que los pequeños “se detengan” y respondan a una actividad como ésta. Lo más importante es que el niño entienda que la relajación no es un juego, sino una actividad que requiere atención y concentración. Pautas a seguir: El lugar Escogeremos una habitación tranquila, previamente ventilada, con una temperatura confortable y una luz tenue. También podéis acompañar la sesión con una música suave y/o algún aroma relajante como el incienso. El niño llevará ropa cómoda, preferiblemente sin calzado. La posición Lo mejor es que pueda permanecer tumbado boca arriba para realizar la sesión, (podemos colocar un par de toallas grandes -una sobre otra- sobre el suelo), con brazos y piernas estirados, palmas hacia arriba y espalda recta. Si no puede ser, también puede colocarse sentado cómodamente en una silla, con los pies apoyados en el suelo, la espalda muy recta y las manos sobre tus rodillas. Desarrollo de la actividad:Transcribo un pequeño “guión” para que lo puedas leer, pero por supuesto, lo puedes modificar manteniendo las indicaciones. Intentad mantener un tono de voz suave, susurrante, a lo largo de los ejercicios, durante toda la sesión. Respiremos profundamente… y comencemos: 1: Respiración consciente. Tomar conciencia de la propia respiración. Respira tranquilamente. Observa cómo es tu respiración: agitada o serena, corta o profunda, regular o irregular… Cierra los ojos y concéntrate en el recorrido del aire en tu interior: cómo entra y cómo lo expulsas. Poco a poco trata de que cada vez sea más profunda. Respira tres veces llenando de aire el abdomen y el pecho. Expulsa el aire cada vez, muy despacio. Por último, abre los ojos y mueve los hombros de arriba abajo. 2: Sonidos de fuera, sonidos de dentro. Ejercitar la percepción. Cierra los ojos y concéntrate en todos los sonidos y ruidos que llegan de fuera: unos pasos, una puerta que se cierra, el ladrido de un perro a lo lejos… Poco a poco, empieza a prestar atención a los sonidos de dentro… quizás escuches un zumbido grave… o un pitido agudo… o quizás oigas el latido de tu corazón… Lentamente, vuelve a escuchar los sonidos de fuera. Abre los ojos, al mismo tiempo que estiras los brazos hacia delante. 3: Columna de hierro, columna de goma. Destensar la columna vertebral y la espalda. Cierra los ojos y haz tres respiraciones abdominales profundas. Concéntrate en tu columna vertebral mientras continuas respirando lentamente. Recórrela mentalmente de abajo arriba. Imagina que tiene la dureza y rectitud de una barra de hierro y que de pronto se convierte en una barra de goma, flexible y blanda. Vuelve a sentir que tu columna es, sucesivamente, de hierro y de goma. Después, lentamente, mueve los hombros hacia atrás y abre los ojos. 4: El casco de minero. Relajar la mente. Con los ojos cerrados, respira tranquilamente, rebajando cada vez más el ritmo de tu respiración y aumentando su profundidad. Respira tres veces llenando de aire el abdomen y el pecho. Expulsa el aire cada vez, muy despacio. Imagina que sobre tu cabeza llevas puesto un casco de minero, de esos que tienen una lámpara en la frente. Intenta, sin abrir los ojos, mirar fijamente esa lámpara durante un rato. Cuando lo creas oportuno, abre los ojos. 5: Los caminos del viento. Esta relajación es muy emotiva y favorece el sentimiento de unión, de pertenencia a un grupo o familia. En este caso no transcribo el “guión literal”, sino una simple pauta, para que cada uno la modifique como desee, al “volar” podemos dirigir qué queremos ver, y en esto es mejor que cada uno lleve este camino hacia donde desee, siempre que le transporte a momentos felices, por supuesto. La primera parte del ejercicio, puedes hacerla tan larga como desees, centrando la atención en grandes partes del cuerpo (cabeza, tronco y extremidades), o bien prestando atención también a las pequeñas (dedos de las manos y de los pies, orejas, ojos, boca…). También podéis prestar más atención a aquellas partes que creáis que el niño debe relajar más. Esto lo dejo a vuestro antojo :). Le pedimos que centre su atención en su cuerpo relajado, dejando para el final la columna vertebral. A partir de ahí se le sugiere la imagen de la columna como una escalera que permite subir a las habitaciones más altas de su cuerpo. También, por un pasadizo secreto, se puede seguir subiendo, mucho más arriba, mucho más arriba, hasta el país de los vientos. Allí puede volar, recorrer caminos de aire y mirar con otra mirada las cosas. Desde allí puede ver su casa, verse a él mismo, relajado, y a su mamá o papá (o ambos) compartiendo ese momento con él. En este instante puedes pedirle que respire profundamente y contemple la imagen. Es un buen momento para preguntarle cómo se siente y que lo comparta con vosotros. Con esto, podemos dar por finalizada la sesión. Y tú… ¿te animas a llevarlo a cabo? |