La infertilidad puede tener muchas causas y no siempre se consigue averiguar el origen o la explicación de esta dificultad. Verse en la tesitura de querer ser madre o padre y no poder genera un gran estrés psicológico para muchas personas, una crisis, un duelo. Es una situación que escapa por completo al propio control, que genera mucha incertidumbre, que requiere replantearse un proyecto de vida y tomar decisiones en solitario o con la pareja, por lo que las personas suelen verse desbordadas y sin las herramientas necesarias para gestionar todas las emociones que supone pasar por esto. Los problemas psicológicos derivados de la infertilidadNo todas las personas que afrontan esta dificultad lo experimentan de la misma manera, pero para muchas es un duelo, una pérdida y puede derivar en problemas que afectan a su salud mental, al bienestar emocional, a sus relaciones personales y su vida cotidiana. Pérdida de un objetivo vital importante Para muchas personas tener un hijo/a es uno de los principales objetivos en sus vidas. Se imaginan en el futuro con ese pilar fundamental, con el deseo de construir una familia. Es evidente que experimentar un proceso de infertilidad, ya sea propia o por parte de la pareja, hace que vean truncadas sus expectativas y deseos. En muchas ocasiones se vive como una crisis que hace que se replanteen todo, que llena el futuro de incertidumbre y que obliga a volver a reconstruir las expectativas sobre el futuro. Todo ello puede provocar sentimientos de preocupación, estrés, tristeza, apatía, afectar a nuestra productividad laboral, relaciones personales e incluso posibles trastornos de ansiedad y/o depresión. La presión social Culturalmente, seguimos teniendo modelos relacionales, como la monogamia, y modelos familiares, como el concepto clásico familiar de parejas con hijos, que destacan frente a otros. Llegada cierta edad la familia, los amigos y nuestro círculo social puede ejercer una presión en temas de maternidad y paternidad. Es muy común que pasada cierta franja de edad hombres y mujeres se enfrenten, en la mayoría de eventos sociales, a preguntas sobre su vida sentimental o sus planes de futuro respecto a la maternidad/paternidad. En personas que están pasando por una situación de infertilidad puede ser realmente difícil tener que abordar estos temas, contarlo o no contarlo, dar explicaciones. No todas las personas se verán influenciadas por estas presiones, pero pueden agravar y empeorar la situación que están experimentando. Esto puede favorecer el aislamiento social o la incomodidad en presencia de otros seres queridos que sí que están experimentando la maternidad/paternidad. Llegadas a ciertas edades es más común encontrarnos que una gran mayoría de nuestros amigos, amigas o familiares cercanos tienen hijos/as. Surge hablar de embarazos, lactancia, cuidados, educación…. Es como un recuerdo constante de lo que la persona o pareja no puede tener, llevando a la evitación de estas reuniones y con ello aislando a la persona o la pareja, alejándoles así del apoyo social. Dificultades en la pareja La infertilidad supone un cambio en la estructura de vida que se había planeado. La pareja pasa por una crisis conjunta, y en muchos casos sumados a la de cada uno de los individuos. Lo que habían decidido y planeado ya no es posible, o al menos de la manera que se lo habían imaginado. Ese proyecto de vida en general se ve amenazado por esta dificultad. Es lógico pensar que como cualquier cambio o imprevisto, la infertilidad supone una crisis en la pareja. Esto no tiene por qué desembocar en una ruptura, pero sí que puede generar malestar y distanciamiento en la pareja si no se aborda de manera adecuada. Al igual que con cualquier problema, no todas las personas afrontan y experimentan la adversidad de la misma manera. Puede que para uno sea más importante que para otro, puede que uno vea alternativas y el otro solo problemas, puede que uno lo experimente como un duelo y el otro no. Es esencial que en estos procesos tengamos herramientas para la comunicación y negociación en pareja, porque sea como sea y hacia donde sea, requiere una reinterpretación de los planes, un cambio. El papel de la psicologíaEl duelo Asumir esta situación puede resultar muy complicado. El sentimiento puede ser similar a la pérdida de un ser querido, pero en este caso no hay una despedida como tal. Hay que dejar ir algo que todavía no hemos tenido la oportunidad de experimentar. La reproducción asistida es una opción Ante esta situación son muchas las personas y parejas que deciden iniciar un proceso de reproducción asistida. No todas las personas con este diagnóstico toman la decisión de acudir a la reproducción asistida, pero es importante que conozcamos este proceso, ya que también supone mucha presión a nivel emocional. Tras detectar las dificultades, que serán diferentes en cada caso, la persona o pareja se ve en la tesitura de enfrentarse a la pregunta: ¿Qué hacemos ahora?. Son muchas las cosas que la persona o pareja debe de meditar, el mero hecho de planteárselas puede generar malestar. Tenemos que tomar una decisión mientras asumimos las nuevas circunstancias, mientras afrontamos el duelo, mientras asumimos esa incapacidad para tener hijos/as de la manera que nos habíamos imaginado. Este proceso puede venir acompañado de sentimientos de culpa, vergüenza, tristeza… La asistencia psicológica en este punto es esencial para poder hacer frente a las circunstancias, a las expectativas, a lograr un equilibrio entre asumir y ser consciente de la realidad y la necesidad de volver a ilusionarse, la incertidumbre, el miedo, la ansiedad, la espera y toda esa vorágine de emociones. ¿Y si el resultado no es el deseado? Las personas deben volver a tomar una decisión sobre si continuar con el tratamiento o abandonarlo. El acompañamiento psicológico nos ayuda a gestionar las emociones, a trabajar la espera, la motivación, los sentimientos de culpa y fracaso, la tristeza o la ansiedad. La decisión es de la persona o pareja, pero este acompañamiento facilita la capacidad de gestionar, de hacer frente y decidir, para evitar que sea la frustración quien guíe las decisiones, dotando de herramientas para gestionar todas esas emociones. Si se decide finalizar con los tratamientos se inicia una etapa en la que la persona o la pareja deberán reconstruir sus identidades, evaluar de nuevo las bases de la relación y los proyectos vitales y redescubrir las prioridades de cada persona y pareja. Nuestra vida continua Como hemos comentado antes, las relaciones pueden verse afectadas durante estos procesos, al igual que el resto de la vida social, familiar, laboral y otros aspectos. Sea cual sea el resultado final, sea posible o no tener un bebe, es importante que nos permitamos darle sentido a nuestra felicidad, al futuro que imaginamos, sin condicionarlo o ligarlo exclusivamente a la maternidad o la paternidad.
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