Existen una serie de compuestos químicos (neurotransmisores y hormonas) que libera nuestro cerebro cuando nos enamoramos, cuando sentimos amor y cuando mantenemos relaciones y encuentros sexuales y estos pueden llegar a ser realmente adictivos. De ahí que en muchas ocasiones se compare el enamoramiento con las adicciones y que en las rupturas se pasen por procesos muy “similares” a una desintoxicación. La química del amor puede resultar fascinante, ¿has escuchado alguna vez eso de sentir “Mariposas en el estómago”? Pues resulta que es la adrenalina. Todas estas sustancias que libera nuestro cerebro nos pueden hacer sentir de manera muy muy intensa e incluso confundir ciertas emociones o sentimientos, en las primeras etapas y encuentros con alguien. ¿De qué hablamos cuando hablamos de amor?Antes de comenzar a explicar cómo afectan ciertas hormonas y otras sustancias a estos procesos es necesario saber diferenciar entre deseo, atracción, enamoramiento y amor, sobre todo entre estos dos últimos. Cuando hablamos de deseo nos referimos a un estado subjetivo que nos invita a buscar un contacto con una persona determinada, que tiene implicaciones eróticas y afectivas. Son esas ganas de tener o hacer algo con alguien. El deseo es algo que tiene que ver con nosotros mismos, un impulso interno que busca un encuentro. Es único para cada persona, no existe una sola forma de sentir deseo y suele llevarnos a la excitación que despierta una serie de cambios que sentimos a nivel fisiológico. Por eso cuando hablamos de dificultades del deseo, siempre hacemos referencia a que es algo que se puede alimentar y trabajar, porque depende de cada persona aunque responda a estímulos externos. La atracción sería como el rostro de ese deseo, la forma y objeto. Ya no es algo tan abstracto sobre fantasías, ideas o pensamientos, es algo concreto y que va dirigido a alguien. El enamoramiento y el amor: Dos caras que no siempre tienen que ver con la misma moneda. Ya hemos hablado del enamoramiento en otras ocasiones y sus diferencias con el amor. Cuando hablamos de enamorarnos, hablamos de un proceso que se vincula, normalmente, a esos deseos y atracciones junto a un sentimiento de vinculación afectiva intenso. Esto no dura para siempre, y lejos de ser algo malo es normal, dado que mantener este estado por mucho tiempo sería insostenible y poco realista. Al final esa percepción idílica de la persona se nos cae, no porque sea peor, si no porque nuestras expectativas modifican la forma en la que vemos a las personas y las relaciones, sobre todo al principio. Es normal que esta imagen se vaya amoldando a la realidad poco a poco, a medida que conocemos de verdad a nuestra pareja. Así que si, el enamoramiento tiene fecha de caducidad siempre, pero eso no significa que las relaciones tienen que acabarse. Algunas sí que lo harán tras este proceso, pero otras nos llevarán a lo que consideramos ese amor consolidado. Este cambio no es peor, simplemente hace que las relaciones sean menos intensas, pero entrando en una etapa de más compromiso y consciencia. El amor es un sentimiento más complejo que implica un mayor trabajo para mantener ese vínculo siendo personas diferentes que comparten su vida y deben tomar decisiones y llegar a acuerdos para que siga funcionando. No es que valoremos menos a la persona que antes, es que hemos “despertado” de ese hechizo inicial y ahora ya no es algo incontrolable que arrasa con todo, es algo pausado, meditado y decidido. Es querer compartir un proyecto común. El cóctel químico del amorEn los comienzos de las relaciones, los primeros encuentros eróticos y la intimidad compartida con nuestros seres queridos hacen que nuestro cerebro libere una serie de sustancias que influyen muchísimo en nuestras emociones y sentimientos. Imagina ahora que acabas de conocer a alguien y que tras esos primeros encuentros de compartir conversaciones, puntos en común, una caricia, un beso o una relación sexual: ¡¡PUM!! sentimos que la vida se nos ha dado la vuelta, sentimos esas mariposas en el estómago y sentimos lo que es el amor. ¿Qué me está pasando? ¿Son todas estás expectativas reales? ¿Qué papel juegan las hormonas y ciertos neurotransmisores en todo esto? La adrenalina La adrenalina es una hormona que libera nuestro sistema nervioso ante una situación de alerta, amenaza o peligro. ¿Qué peligro existe cuando nos gusta alguien o mantenemos un encuentro íntimo? Pues simplemente es una alerta y temor que se dispara ante ese estímulo novedoso y que nos atrae, no por miedo, más bien por nerviosismo. La dopamina La dopamina se encarga de activar el sistema de recompensas y por ello nos motiva a seguir conociendo a esa persona ya que sentimos placer al estar a su lado. Queremos repetir y repetir y repetir, como ocurre con el consumo de drogas. De ahí que se diga que cuando nos rompen el corazón nuestros niveles de dopamina caen en picado y nuestro sistema de recompensas se ve muy perjudicado porque ha desaparecido el estímulo que nos generaba placer y con ello tenemos que enfrentarnos a la abstinencia, en este caso referida al amor. Os invitamos a leer nuestro artículo sobre¿Qué hacer durante una ruptura de pareja? Aunque este tipo de sustancias se liberan en mayor cantidad durante la etapa de enamoramiento, siguen estando presentes si las relaciones avanzan hacia esas etapas más consolidadas. La serotonina La serotonina o como la llaman “la hormona de la felicidad” hace que sintamos bienestar, placer y tranquilidad. Es la encargada de regular nuestros estados de ánimo, afecta al deseo sexual, al apetito, la sociabilidad…. Así que en el amor cumple un papel fundamental y si pasamos por una ruptura su descenso hace que nuestro estado de ánimo se vea muy perjudicado. La oxitocina La oxitocina es la hormona responsable de los vínculos y las conexiones. Se relaciona con el orgasmo y las primeras etapas del enamoramiento, pero cumple un papel fundamental en los vínculos y se libera también en menor cantidad cuando abrazamos, nos damos la mano, acariciamos o tenemos contacto con un ser querido, sea o no nuestra pareja. Nos ayuda a forjar lazos permanentes con las personas. ¿Y eso es todo? Pese a todo este “cóctel” de sustancias que cumplen su función cuando conocemos a alguien y tenemos un encuentro íntimo sea del carácter que sea, los factores culturales, sociales y la educación juegan también un papel fundamental. De ellos surgen todos esos grandes mitos del amor romántico y esa sobrevaloración a la etapa de enamoramiento por encima de la del amor más consumado. Nuestros esquemas mentales y aprendizajes moldean nuestras expectativas y alimentan ese concepto del amor que tenemos como referencia y que se ha visto influenciado también por esa concepción del amor romántico de película. Así que, si, el amor es química, pero también es aprendizaje. |
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