Cuando hablamos de cáncer las personas que lo sufren y su entorno se ven expuestas a una situación de incertidumbre y vulnerabilidad extrema. El diagnóstico no supone solo un vuelco en la salud física de las personas, afecta directamente a la estabilidad emocional y a todas las facetas de la vida. El impacto emocional del cáncerLamentablemente, todas las personas conocemos a alguien cercano que está o ha pasado por esta experiencia, ya sea como paciente o como familiar/amigo. El cáncer es una de las principales causas de muerte según la OMS, yendo en aumento las cifras en los últimos años. Es esencial poner en primera línea la salud mental de las personas que están pasando por esta situación y la de su círculo cercano. Necesitamos desarrollar herramientas para poder afrontarlo. Toda enfermedad conlleva problemas a nivel físico, psicológico y social. Debemos entender que las personas que afrontan el cáncer, sea desde la posición que sea, están expuestas a altos niveles de ansiedad, estrés, angustia, incertidumbre y dolor. Todo ello puede derivar en problemas psicológicos y en dificultades que abarquen todas las áreas de la vida. El papel de la familia y su apoyo es esencial para poder adaptarse a todos los cambios que la enfermedad trae consigo a nuestras vidas. De ahí que sea importante no olvidarnos de cuidar el bienestar emocional de las personas que sufren la enfermedad a través de sus seres queridos. ¿Qué podemos hacer como apoyo cuando diagnostican un cáncer?Tiempo para aceptar y permiso para sentir Recibir la noticia de que alguien que nos importa, alguien cercano a nosotros/as, tiene cáncer es algo devastador. Algo que paraliza a nivel emocional, bloquea y golpea, aunque la vida siga su curso a nuestro alrededor. Las responsabilidades y obligaciones no paran dificultando, en la mayoría de las ocasiones, ese espacio que se necesitaría para poder aceptar y asimilar. Por ello es importante encontrar un tiempo donde poder conectar con el dolor, con todas las emociones que esto supone para nosotros. No hablamos del espacio que dedicaremos de apoyo y cuidado a la persona, hablamos de un espacio para nosotros mismos. La tristeza, incertidumbre, rabia, dolor… todas estas emociones debemos permitirnos sentirlas. Evidentemente, el lugar más apropiado no será siempre delante de la persona enferma, aunque debemos aprender a gestionar las emociones negativas junto a ellas, pero necesitamos nuestro propio espacio para poder ser apoyo. Negarnos sentirnos mal por sobreponer el sufrimiento del otro y nuestra entereza solo acabarán por desgastarnos repercutiendo negativamente al apoyo y cuidado que queremos dar a nuestros seres queridos. Podemos ser ayuda, pero también necesitarla y eso no nos hace peor sostén. Por eso es importante tener bien trabajado la expresión y gestión emocional. En situaciones extremas que van acompañadas de mucha ansiedad necesitaremos herramientas para afrontar toda la vorágine emocional. ¿Qué hacemos con nuestras dudas? Las enfermedades en sí vienen acompañadas de mucha incertidumbre y debemos saber cómo gestionar la búsqueda de respuestas e información, ya que hay muchos medios que pueden resultar peligrosos para las personas que padecen la enfermedad y para las que las acompañan en el camino. Ante el diagnóstico de cualquier enfermedad nos invaden muchas dudas que tendrán que ver con el diagnóstico, el desarrollo, la evolución y los posibles tratamientos. No todas las personas estamos familiarizadas con los términos que se emplean, es lógico. Es de vital importancia para la salud mental huir de fuentes de información que no sean fiables y científicas. Las nuevas tecnologías facilitan encontrar información sobre casi todo, pero en estos casos es necesario siempre acudir a un profesional de la salud para encontrar la respuesta adecuada a nuestras dudas. Es completamente lógico querer saber más y buscar alternativas, pero en momentos de desesperación podríamos caer en aferrarnos a datos que son más esperanzadores que ciertos. Las búsquedas en internet lejos de tranquilizarnos nos pueden alejar de la realidad y alarmarnos, como cuando buscamos un síntoma aislado de algo que nos ocurre en las redes. Por eso lo ideal es ir apuntando las dudas que puedan surgirnos y recoger aquellas que puedan tener las personas de la familia para consultarlas con el profesional de la salud, de manera tranquila y en un ambiente controlado. La vida no se detiene, la vida continua. Como hemos comentado antes, aunque la vida continua se tiene la sensación de que nuestro mundo se viene abajo. Continuar con el día a día con el diagnóstico de cáncer de un ser querido no es fácil. Ir asumiendo las noticias, pronósticos y tiempos. Los cambios de rutina, las emociones y gestionar el apoyo y cuidados que requiere. Evidentemente, y sabiendo que es esencial ser ese apoyo, convertir la enfermedad en el único factor de la vida de la persona y personas que la rodean es perjudicial para la salud mental de todos. Debemos permitirnos y potenciar momentos en los que, aunque la enfermedad no va a desaparecer, se permita a la vida seguir su curso, disfrutar y abrir espacios de compartir y relajarse, sacar el cáncer del primer plano. Hay muchas formas de llevar esto a cabo, pero el principal consejo sería poder disfrutar de las cosas que se pueden hacer, sin pensar todo el rato en lo que perdemos o dejamos atrás. Es evidente que esto no es algo que se logra nada más recibir la noticia, que necesitamos un tiempo para asimilar y que no podremos mantenerlo siempre. La desmotivación y sentirnos inapetentes es completamente normal, no es una cuestión de positivismo tóxico o de forzar las cosas, pero debemos marcarnos unos tiempos para empezar a dar espacio a la vida, aunque la idea de la muerte la acompañe. Como en todas las enfermedades, cada situación particular permitirá en mayor o menor medida estas actividades o limitará las situaciones (movilidad, dolores, procesos de hospitalización…), pero de lo que estamos hablando no es de hacer lista de grandes cosas. Estamos hablando de crear espacios donde poder volver a sentir todas las emociones, tanto malas como buenas en compañía. La ayuda psicológicaEs cierto que estos procesos son muy dolorosos y se puede hacer muy complicado, incluso sentirse como imposible cuando los estamos sufriendo. La rama de la psicología que trabaja asesorando a las personas que padecen cáncer y a sus familiares y personas cercanas se llama psicooncología. Pedir ayuda y apoyo psicológico en estos casos es tan necesario como el tratamiento para la enfermedad. Aporta beneficios tanto a pacientes oncológicos como a su grupo de apoyo, reduciendo el impacto psicológico y emocional de la enfermedad y dotando de herramientas para el manejo y la adaptación a todos los cambios que ocurren en la vida de las personas. El cáncer pone patas arriba la vida no solo de la persona que la padece y por ello no es una cuestión de gestionar solo las consecuencias directas de la enfermedad. Las formas de relación pueden cambiar y las dinámicas familiares. Por supuesto se trabaja la ansiedad, frustración, rabia y todas las emociones que aparecen junto con la incertidumbre y la aceptación de todo el proceso. Los profesionales de la salud mental pueden acompañarnos en todas las fases de la enfermedad, mejorando la calidad de vida de las personas y previniendo las secuelas psicológicas que deja a su paso. |
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