Hay momentos en la vida que sentimos el deseo de cambiar algo. Esta especie de “llamada” puede venir por un malestar determinado, una situación, una pareja, un tema relacionado con lo laboral, pero también con otros procesos más internos que puedan implicar modificaciones en nuestros valores o prioridades. En cualquier caso, es un indicativo de que algo nos hace sentir incómodos y debemos prestarle atención. Acabe como acabe, debemos atender esa posibilidad y dedicarnos un espacio y un tiempo para volver a encontrar nuestro camino. No hacerlo puede ocasionar frustración, sensación de insatisfacción, desilusión y estancamiento. El deseo de transformación no siempre nos va a venir acompañado con una idea clara y firme de qué o de dónde viene, de ahí la necesidad de explicar términos como la zona de confort o qué procesos ocurren en nuestro cerebro cuando sentimos incertidumbre o miedo. La seguridad no es algo que pueda acompañarnos siempre en la vida y muchas veces la ubicamos en lo más alto de nuestras prioridades, no siendo sinónimo de satisfacción o fuente de felicidad. Sin desvalorizar que una estabilidad en nuestra vida ayuda a nuestro bienestar emocional, a veces hay que dar “un salto” para poder encontrarnos. La zona de confortHablar de cambios en la vida es hablar de la propia vida. Nuestro día a día está lleno de pequeñas modificaciones que vamos convirtiendo en rutinas o hábitos en función de muchas variables. Pueden venir dadas por contexto, por necesidad, por obligaciones o por motivación interna, pero aunque tendemos a buscar la estabilidad, es una estabilidad fluida lo que necesita nuestro cerebro para funcionar. La percepción de amenaza suele venir de la sensación de falta de control que implican los cambios que valoramos como grandes, que van a implicar muchas modificaciones de nuestras rutinas. Hablamos de un cambio de trabajo, una mudanza, terminar una relación o establecer nuevos hábitos que se alejan de nuestro calendario habitual. Obviamente, todos estos procesos, aunque necesarios, se viven con ansiedad, miedo e incertidumbre. De la mano también les acompañan nuevas motivaciones, nuevos sueños, visualizaciones de los resultados e ilusión, pero dado que estos factores son resultado, tendemos a vivir con más intensidad, como es lógico, los que están presentes en el momento del cambio. Este miedo está profundamente ligado a lo que llamamos zona de confort. La zona de confort es un espacio emocional, mental que afecta a nuestra percepción de nuestro estado físico y relacional. Son nuestras rutinas, nuestra casa, nuestra familia, nuestros amigos, pero sobre todo es lo que hacemos y la manera en la que nos relacionamos con ellos. Si lo piensas, cambiar de casa (si lo haces con la persona o personas que ya convives) no hace que cambies de familia, pero ese lugar estaba absolutamente vinculado a esa concepción. La zona de confort es un espacio seguro y una trampa a la vez. Nos da una seguridad que ancla y eso puede impedirnos avanzar, crecer, cumplir sueños y mejorar. Tiene sentido y es un buen mecanismo de defensa si sabemos como enfrentarnos a él. Por eso decimos que es un arma de doble filo, pero no es algo malo. A nivel evolutivo nos ha permitido adaptarnos y conocer los entornos que nos eran más seguros. Aunque las amenazas no sean de ese calibre en los tiempos que vivimos, en la sociedad moderna el peligro de poner al límite nuestra salud emocional se está convirtiendo en una cuestión de supervivencia. La forma de detectar este tipo de situaciones y relaciones negativas con nuestra zona de confort es relativamente sencilla. Procrastinar, pasar por una etapa de sobrepensar una misma idea, indecisión, sensación de inseguridad, insatisfacción constante… Cuando todo esto nos ocurre por un hecho o situación determinada, debemos permitirnos preguntarnos qué puede estar ocurriendo. Igual el resultado no es el cambio, pero no prestarle atención si puede convertirse en el problema. Afrontando el cambio, tomando decisionesHablar de esto, como en todo en la vida, es mucho más sencillo que ponernos en marcha con el análisis de la situación, Puede sonar frío hablar de analizar algo cuando el cambio puede venir de un tema personal, como dejar a una pareja, pero es que es así. Las cosas importantes en la vida hay que sopesarlas y hay que hacer balanza. Cómo aceptar la incertidumbre Este podría considerarse el mayor enemigo de todo cambio. Aunque no nos gusta hablar desde los absolutos, es casi imposible tomar una decisión estando seguros al cien por cien. La incertidumbre es muy desagradable, incluso en los procesos que anhelamos. Angustia, desasosiego, pensamientos que se adelantan a futuribles que no conocemos. Muchas personas prefieren quedarse en una situación que les genera insatisfacción que buscar un cambio por el desconocimiento que les provoca las consecuencias de este. Debemos intentar ver la incertidumbre con otros ojos. No solo como malestar o algo negativo, debe de verse como una oportunidad para ir a un lugar (sea físico o emocional) que nos aleja del malestar que sentimos. Las decisiones se toman en pequeñas cantidades Esto sabemos que no siempre va a poder ser así, pero es una gran estrategia distribuir en pequeñas acciones y pequeños cambios los procesos grandes. Dividir el proceso nos va a permitir analizar mejor la situación y no sentir que nos enfrentamos a un monstruo tan grande. Los pequeños pasos nos pueden dar seguridad y reducir nuestra ansiedad y sí, siempre es mejor empezar por lo que consideremos más sencillo. Una pequeña conversación, actualizar nuestro currículum, una búsqueda de información o comunicar a alguien de confianza nuestra situación, eso no nos ata a la obligatoriedad de dar el paso, pero sí nos sitúa en el camino. Compartirlo Hemos acabado el apartado anterior justo con algo relacionado con el apoyo social de nuestro entorno. A veces los cambios dan tanto miedo que no nos atrevemos ni a expresarlos y con el simple hecho de hacerlo puede que ya soltamos parte de esos miedos y presiones. Además, otras visiones, aunque no nos tienen que convencer como tal, pueden darnos primas desde los que analizar la situación y con ellos nuevas estrategias o puntos para afrontarlos. Cómo la terapia psicológica puede ayudarme a afrontar los cambiosAunque estos consejos nos pueden ayudar mucho en el proceso, hay decisiones y cambios en la vida que se convierten en crisis, ya sea por iniciarlos o por haberlos tenido que afrontar. Porque, como hemos comentado antes, no siempre vienen de nuestras propias decisiones. La terapia psicológica puede ser necesaria en determinados procesos para ayudar a las personas a afrontar este cambio, recorrer este camino. Necesitamos entender nuestras emociones, ubicarlas, gestionarlas, abordar el miedo a salir de nuestra zona de confort, saber establecer preferencias, luchar contra nuestras creencias limitantes… Son muchas las batallas que se libran en la toma de decisiones y la terapia es una llave para desarrollar las herramientas que necesitamos. El cambio es una parte inevitable de la vida, pero es una parte que genera la misma ilusión que dolor. Por eso es importante darle el valor que tiene y darnos cuenta de que pedir ayuda siempre será una de las estrategias más útiles que tenemos a nuestro alcance.
|
Si has llegado hasta aquí, ahora ni lo dudes; da el primer paso y reserva ahora mismo tu cita.
Es muy fácil, elige fecha y hora.RESERVA TU CITASi necesitas un psicólogo en Valencia pero te surgen dudas importantes, no dudes en consultarnos estaremos encantados de atenderte.
962 14 24 65 Escribir mailCONSULTA DUDASTe esperamos en nuestro centro de psicología en Valencia capital.
Calle Padre Tomás de Montañana 22, 1-F, Valencia 46023
Albiach psicólogos. Centro para el tratamiento de problemas psicológicos en Valencia.
Centro Autonímico Nº 20304
Aviso legal - >Condiciones de privacidad - Cookies
Produce ilatina