Con el uso de las redes sociales podemos estar conectados a lugares, personas y sucesos sin estar presentes. Estas plataformas forman parte de nuestra vida diaria, de nuestras rutinas. Vemos, y casi podemos sentir, lo que están viviendo otros. Pese a las múltiples ventajas y facilidades que podemos nombrar de las redes sociales, existen ciertos riesgos derivados de la obsesión por estar conectados, por no perdernos nada. El hecho de poder ver, casi en directo, qué hacen los demás puede llevarnos a cuestionarnos qué nos estamos perdiendo, en vez de estar experimentando placenteramente nuestro presente. De aquí surgió el efecto FOMO. “Cuando hablamos del fenómeno FOMO nos referimos al temor a ser excluidos, algo que siempre ha estado ahí. Esa sensación incómoda y desagradable de estar perdiéndome algo que me gustaría estar haciendo, que mis amigos o familiares están disfrutando y yo no puedo. Lo que ocurre, es que con las redes sociales estamos constantemente viendo planes, viajes, conciertos, cenas, trabajos, citas en pareja que nosotros y nosotras no estamos experimentando y esta sensación ya no queda limitada exclusivamente a nuestro círculo social, sino que puede producirse con miles de personas de las que recibimos esta información. Personas que conocemos, que no conocemos, amigos de amigos o famosos o famosas.” Podéis leer más sobre esto en el siguiente artículo: Qué es el Síndrome de FOMO, sus peligros y cómo superarlo Hoy venimos a hablaros de la otra cara de la moneda, que además han acuñado como contrapuesta: el efecto JOMO y otras ventajas de la famosa frase “vive en el momento presente”. El placer de perderme algoEste fenómeno está ganando adeptos y popularidad en tiempos récord. Es cierto que requiere un gran esfuerzo, e incluso a veces un gran aprendizaje por nuestra parte, pues el mundo en el que vivimos va tan deprisa y está tan interconectado con todo y todos que es complicado centrarnos en lo que estamos experimentando y permitirnos disfrutarlo sin pensar en el pasado, en el mañana o en lo que nos estamos perdiendo. De ahí nace el JOMO. Este movimiento pretende liberarnos de las presiones que relacionan la felicidad con vivir más experiencias y fomenta disfrutar del tiempo presente. Estás tranquilamente viendo una película en casa o leyendo un libro que te encanta. De manera automática abres las redes sociales y por ver que hay personas haciendo diferentes planes sientes que el tuyo es perder el tiempo, desaprovecharlo, que no es suficiente bueno, cuando hace 10 minutos estabas disfrutando plácidamente de ello. Lo juzgamos por comparativa, por creer que lo otro es mejor porque parece más intenso. Para muchas personas jóvenes que han iniciado recientemente las vacaciones escolares y que pasan horas y horas en las redes sociales es importante aprender a disfrutar del momento, de lo que estamos viviendo, de nuestras circunstancias lejos de las redes. De esta forma podremos tener un descanso real y disfrutable, no basarlo todo en acumular experiencias con la ansiedad presente de no poder hacernos con todas. Esto también ocurre en personas adultas, por supuesto, y ahora que muchas inician las vacaciones también se produce un aumento en esta sensación de necesidad de coleccionar momentazos para la cámara, en vez de felicidad en nuestros recuerdos. En verdad este concepto no descubre algo nuevo, pero sí algo que hemos podido dejar olvidado por el ritmo social al que nos vemos abocados. Al final podemos llamarlo como queramos, pero hablamos de dejar espacio a nuestros intereses, gustos y prioridades, sin mirar a otras personas, valorándolo por lo que nos hace sentir y no por comparativa de lo que no tenemos o podemos tener en este momento. Vivir en el momento presente es mejor para nuestra salud mentalSí, evidentemente esto ayuda a nuestra salud mental en muchísimos aspectos y es una grandísima herramienta para poder afrontar el estrés y las circunstancias negativas de nuestras vidas. Al final estos fenómenos no compiten realmente en acciones que causan más o menos felicidad, sino en acciones que son más merecedoras de publicarse o no. Una playa paradisiaca de fondo con un coco recién abierto en primer plano tiene más papeletas de triunfar en una red social que una foto de mi mejor amigo/a y yo en el cine, pero esto no significa que una cosa aporte más felicidad que otra. Apreciar que lo que llamamos “pequeñas cosas” son la base de felicidad es clave para estar en el camino de alcanzarla. Que básicamente es lo más cerca que podemos estar de la felicidad plena, no salirnos muchas veces de ese camino. Evidentemente, esa playa puede ser uno de nuestros sueños y sería estupendo experimentarlo. Anhelarlo y querer mostrarlo es completamente lícito. No estamos juzgando esta acción, el problema real es que una cosa turbia la felicidad de otra aparentemente más sencilla. Ahora bien, no estamos hablando de dejar responsabilidades u obligaciones atrás, ni de procrastinar. Estamos hablando de centrarnos más en lo que queremos y no dejarnos llevar por la ansiedad que pueden causar el ritmo de las redes sociales con imágenes de viajes, conciertos, cenas, aventuras y cientos de cosas más. ¿Cómo podemos poner en marcha esto?Hablar de FOMO y JOMO es una forma más liviana de abordar un tema importantísimo en nuestras vidas que es vivir en nuestro presente sin presión ni ansiedades añadidas. No solo sufren esta falta de capacidad para ello las personas más enganchadas a las redes sociales, también las personas que no son capaces de dejar atrás el pasado, de preocuparse por el futuro, de no poder desconectar del trabajo o de no conectar con sus momentos de descanso o sus gustos. Hablemos de reconectar y no solo de desconectar Seguro que has oído una y mil veces esto de “vivir el momento”, pero evidentemente es más fácil decirlo que ponerlo en marcha. Las preocupaciones, las rutinas del día a día, obligaciones, relaciones personales… Gestionar todas las facetas de nuestra vida puede afectar a que este hecho tan beneficioso nos cueste. Necesitamos reconectar con nosotros y nosotras mismas y para eso es necesario buscar espacios de desconexión con las redes sociales. Momentos en los que la prioridad sean nuestros intereses personales, nuestro círculo cercano, nuestro espacio. Para saber identificar las cosas que nos pueden aportar felicidad y plenitud debemos permitirnos conocernos y escucharnos lejos del ruido del día a día. Esta lejanía no es solo física, dando un paseo por la naturaleza por ejemplo. La verdadera distancia que necesitamos es mental. Debemos aprender a decir NO Este punto lo hemos abordado en innumerables ocasiones para hablar de una buena salud mental y emocional. Debemos aprender a decir que no a los planes que no nos apetecen, sin sentirnos culpables o responsables. Evidentemente, habrá ocasiones que la vida imponga su ritmo, su responsabilidad o compromiso con cosas que no nos apetezcan como el trabajo o eventos sociales determinados, pero muchísimas veces nos vemos atrapados en planes a los que podríamos no asistir por miedo al qué dirán, dejando de lado lo que verdaderamente nos haría disfrutar y nos permitiría estar presentes en esa felicidad. La soledad no es algo negativo Puede serlo cuando es impuesta o puede serlo cuando implica aislamiento, pero quedarse solo o sola haciendo algo que nos llena o simplemente no haciendo grandes cosas porque nos apetece, no hace nuestras vivencias menos valiosas que las de otros. Esta sensación de vernos obligados a un plan el sábado por la noche por miedo a perdernos una gran fiesta o que al día siguiente nos arrepintamos al ver las fotos cuando lo que queremos es estar una noche tranquilos o tranquilas nos puede llevar al escenario de estar en una gran fiesta pensando que tendríamos que habernos quedado en casa o deseando marcharnos todo el rato. Sí, tendremos fotos, pero no, no tendremos satisfacción. Aprendamos a guardar espacio para todas las experiencias, sin menospreciar las que parecen menos atractivas. Y estoy segura de que esto os ha pasado a la mayoría en alguna ocasión. Pide ayuda Salvando las distancias de que esto son cosas que pueden ocurrir de forma puntual, en una época de nuestras vidas o venir determinadas por circunstancias concretas, muchas personas no consiguen disfrutar de su presente. Sea el que sea. No consiguen sentirse satisfechas, ni plenas con las cosas que realizan, tienen la mente en el futuro o sienten gran presión para rechazar planes o sobreponer sus intereses y apetencias. Sea la razón que sea puedes pedir ayuda. Estas sensaciones alargadas en el tiempo pueden generarnos malestar a nivel emocional y psicológico. La terapia psicológica puede ayudarnos a desarrollar herramientas para mejorar nuestra comunicación, autoconocimiento y asertividad, mejorando así nuestra autoestima y nuestra capacidad para disfrutar del momento presente, sabiendo afrontar, posponer y ubicar las cosas que pueden afectar negativamente. |
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