Cuando nos enfrentamos a una exposición, una entrevista de trabajo, una reunión importante, una evaluación de una práctica deportiva o algo que requiera que nos estén observando mientras desempeñamos una actividad concreta, podemos sentir ansiedad, miedo o vergüenza. Esto interfiere en nuestro bienestar emocional y afecta a nuestro estado mental influyendo en el buen desempeño de nuestra labor. El miedo escénico puede provocar que fracasemos en nuestro objetivo ya que nos impide mostrar nuestro potencial y el trabajo que hemos realizado para llegar hasta ahí. ¿Qué es?El miedo escénico es un estado de alteración mental y fisiológico que podemos sentir antes, durante y después de exponernos a alguna actividad que implique la valoración y presencia de público. Recordemos que sentir miedo es adaptativo y que puede ayudarnos a tener un nivel de activación que nos ayude a desempeñar tareas y buscar soluciones. Nos permite reaccionar de forma más rápida ante las amenazas y no solo de vida o muerte. También nos ayuda ante amenazas que ponen en peligro nuestro bienestar emocional, autoestima o seguridad. Lo que es cierto es que al miedo no solo le afecta la situación que estamos viviendo. Nuestra creencias, pensamientos e interpretaciones son clave para esta emoción, de ahí que no todos reaccionamos igual ante las mismas situaciones. En el caso del miedo escénico, un poco de activación puede servirnos para estar más alerta y mantener un buen ritmo en nuestra tarea, pero si esta sensación de indefensión supera un umbral adaptativo nos perjudicará. Alguno de los síntomas de esta problemática nos afectan no solo a nivel psicológico con pensamientos catastrofistas y adelantados que afectan a nuestra autoestima y percepción de las propias capacidades, también podemos sentir:
Este cuadro sintomático no sólo aparece durante la exposición, también aparece antes y después de ello. ¿Qué soluciones existen para superar el miedo a hablar en público?Técnicas de relajación Las técnicas de relajación son grandes aliados para antes, durante y después de estos momentos de ansiedad. Las técnicas de respiración son muy útiles en estos casos ya que nos ayudan a controlar la sintomatología física, como el aumento del ritmo cardíaco, pero también nos ayudan a focalizar la atención y nos alejan de esos pensamientos destructivos. Este tipo de herramientas tenemos que entrenarlas y aprenderlas con la ayuda de buenos materiales y profesionales, para que así podamos integrarlas de forma correcta y al utilizarlas en esos momentos de más activación sean eficaces. Trabajar los pensamientos Existen muchas ideas preconcebidas con las que convivimos día a día sin darnos cuenta y que afectan directamente a la manera en la que nos enfrentamos a las cosas y afrontamos los problemas y dificultades. Estas ideas son las que permiten que nuestra mente se centre en pensamientos erróneos o catastrofitas de los que no tenemos ninguna prueba, como por ejemplo: “Voy a suspender”, “me va a salir mal la entrevista de trabajo”, “no valgo para nada”, “no voy a pasar la prueba de acceso”... . No tenemos que creernos todo lo que pensamos, porque muchos de estos pensamientos son interpretaciones que damos a los acontecimientos, pero no representan la realidad. Prepárate bien La preparación previa es esencial para sobrellevar los nervios ante cualquier labor. Si nos sentimos preparadas aumentaremos la seguridad en nosotros mismos y de esta forma podremos mantener a raya los pensamientos negativos y alejarlos del adelanto al fracaso. De todas formas, prepararse bien no significa cuanto más mejor. Ocurre como con todo, un exceso de preparación, revisión y obsesión puede ocasionarnos más ansiedad. Debemos trabajar en ello y no dejar cabos sueltos, pero también debemos permitirnos descansar. Todo el mundo se equivoca y si eso ocurre, nadie va a juzgarnos más que nosotros mismos. Práctica No solo preparar el material y el contenido es importante. Si practicamos delante de seres queridos, familiares o amigos, también podremos quitarnos un poco esa sensación de golpe a la exposición. Aunque con ellos podamos tener más confianza es una forma de recibir feedback para detectar dificultades o pequeños errores. Además puede aumentar nuestra confianza escuchar la opinión de otras personas. Acepta y comparte el nerviosismo Todo el mundo se pone nervioso al exponerse. Hasta la persona que más lo disfruta sabe lo que es y en algún momento ha sentido esa sensación y esa presión. Si confesamos y compartimos con nuestro público ese nerviosismo inicial estamos promoviendo la empatía y la cercanía. Evidentemente los nervios están ahí, pero las personas que nos están evaluando ya son más conscientes de ello y podemos quitarnos un poco ese peso de encima que nos hemos autoimpuesto. Apóyate en materiales Si a lo que nos tenemos que enfrentar es una presentación en la que estemos hablando o enseñando algo, apoyarnos en materiales físicos puede resultar de gran ayuda. Si tenemos un momento en blanco o nos bloqueamos, pueden ser un apoyo puntual que nos devuelva la concentración o nos proporcione un poco de tiempo para recuperar el hilo. Tanto presentaciones de power point, materiales físicos, lecturas, fotocopias… Lo que es importante es no confundir el apoyo con simplemente leer los apuntes o una presentación. Debe de ser algo puntual y que nos sirva como pista para continuar con el discurso preparado. Controla tu postura corporal Como hemos comentado antes la ansiedad que sentimos al hablar en público puede afectarnos a nivel físico. Esa tensión puede ocasionarnos que estemos rígidos y la postura corporal es esencial para que podamos transmitir un lenguaje corporal adecuado. Además, si estamos tensos y dejamos que esa tensión afecte a nuestro cuerpo será más difícil relajarnos. Aprovechemos alguna técnica de relajación para intentar tener una buena postura y que no nos esté perjudicando en sentirnos más incómodos. Acude a terapia Todas estas herramientas que hemos comentado pueden ser muy útiles para sobrellevar la ansiedad que ocasiona cualquier exposición. Aun así, no siempre podremos superar esta problemática solos. Controlar esos pensamientos y síntomas físicos puede ser costoso y requerir ayuda por parte de un profesional de la salud mental, que no solo te aporte herramientas concretas, si no que también te ayude a integrarlas y a saber utilizarlas. |
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