Hemos hablado en otras ocasiones lo difícil que es enfrentarse a una situación de incertidumbre. Las personas tenemos una necesidad de saber que nuestra vida esta bajo control para sentirnos bien a nivel emocional. Esta sensación favorece también el sentimiento de seguridad. El problema viene cuando necesitamos el control a toda costa, en cualquier situación y de manera urgente. Cuando somos incapaces de exponernos a cualquier situación de incertidumbre mínima y queremos controlar todo, lo que está en nuestra mano y lo que no, lo que está pasando y lo que está por pasar. Lo real y lo que solamente imaginamos. Esto puede llegar a causar malestar en nuestras relaciones personales, calidad de vida, familia y trabajo. Ocurre cuando el control se vuelve en nuestra contra y lejos de darnos seguridad nos genera una sobrecarga en el día a día. ¿Qué es la necesidad de control?Controlar el mundo que nos rodea no es tarea fácil. La necesidad de control es la urgencia desmedida de una persona por controlar aquello que le rodea, por ejercer un poder sobre todo lo que ocurre y actuar ante esas consecuencias. Suele estar acompañada de pensamientos y preocupaciones adelantadas a las cosas antes de que pasen. Dado que en el día a día nadie puede controlar toda las situaciones porque muchas dependen de la interacción y comportamientos de otras personas o circunstancias que se escapan de nuestro campo de acción, las persona que sufren esta necesidad de control experimentan emociones negativa, frustración, estrés y ansiedad que pueden llevarles a actitudes poco funcionales a la hora de relacionarnos. El control lleva a la dominación y con ello pueden aparecer o darse situaciones de abuso, crítica o extorsión a otras personas para no perder ese poder sobre las situaciones, tenga o no que estar en nuestra mano. Las personas ponen por encima de sus relaciones personales esa sensación de tranquilidad que les otorga el controlarlo todo, dejando de lado los intereses de los demás y sin tener en consideración sus opiniones o formas de hacer las cosas. Planificar las cosas y adelantarse a los posibles imprevistos pueden parecer características muy positivas a valorar una persona, pero como en todo la eficacia no solo depende de este control también debemos aprender a saber qué está en nuestra mano y qué no para así poner en marcha otras herramientas como delegar, ordenar preferencias u objetivos y trabajar en equipo. Además, en el ámbito de las relaciones personales, esta necesidad de controlar el entorno y lo que ocurre puede llevarnos también a situaciones que no respetan la intimidad o el espacio personal de los demás y en el caso de que aparecieran celos, alimentarios y hacer todavía más complicada la situación de gestionarlos e incluso favorecer situaciones de abuso o maltrato. Causas y consecuenciasExisten varios factores que pueden estar influenciando en esa necesidad de control y que además favorecen su aparición desmesurada:
En nuestra sociedad se nos manda mensajes constantemente sobre que el éxito o fracaso de nuestras circunstancias vitales depende de lo que hagamos, sumando mucha ansiedad al día a día y no dejando valorar otros factores externos como fuera de nuestra alcance. Casi que parece que no se nos permite compartir la responsabilidad y todo se enfoca a la culpa. “Querer es poder”, “quien la sigue la consigue”, “si quieres podrás con todo”. Pues no. No rotundamente. No siempre vamos a poder con todo y no siempre va a depender de nosotros que ocurran las cosas como nos gustaría. Es más, esto debe de ser así porque también nos relacionamos con otras personas que quieren cosas diferentes y debemos encontrar puntos medios y tolerar la frustración e incertidumbre, a veces, para poder tener relaciones saludables y equitativas. Este contexto social favorece y premia este tipo de personalidades controladoras y las relaciona siempre con el éxito, dejando muchas veces el trabajo en equipo de lado y el espacio necesario que también deben de tener las emociones negativas, el fracaso o las equivocaciones. Las otras caras de las monedas que también son necesarias en la vida. Las personas con esta necesidad de control lejos de lo que aparentan, control y seguridad, experimentan grandes temores a los acontecimientos repentinos, a los imprevistos y a la incertidumbre, gestionando muy mal los cambios y desarrollando muy poco la capacidad de improvisar. En el momento en el que pierden un poco el control, se ven desbordadas e incapacitadas. Además de que son realmente duras consigo mismas. Se mantienen en un estado de alerta constante. Además tienen una gran sensación de responsabilidad con todo lo que pasa alrededor, sobrecargando su vida y sintiendo un gran peso sobre lo que les ocurre a ellas mismas y los demás. ¿Como solucionarlo?Lo primero es que tenemos que tener en cuenta que cuando hablamos de esta necesidad de control como algo disfuncional para la vida de las personas, hablamos de esta situación mantenida en el tiempo. Si hablamos de comportamientos puntuales, ocasionales o asociados a un contexto determinado, es lógico que por ciertos estresores externos o situaciones que puedan darse tendamos a necesitar este control excesivo para manejarnos. El problema vendrá si es la norma que maneja nuestra vida. Si es el control el que determina nuestras relaciones, trabajo, estudios y todos los contextos. La necesidad de control es un problema que puede llegar a generar importantes conflictos en la vida de una persona. Tanto a nivel propio como en sus relaciones sociales. La ayuda psicológica puede ser una gran aliada para manejar esta necesidad desmesurada de tenerlo todo bajo control. Se trabajan los miedos, los pensamientos que pueden estar subyaciendo a esta necesidad, las emociones que provoca y se aprenden estrategias de aprendizaje para tolerar la incertidumbre.
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