Estamos acostumbrados a ver personas que les cuesta lidiar con la frustración de que algo salga mal, de fracasar, sentir rabia, malestar por no conseguir lo que queremos, pero a veces también cuesta aceptar los logros. Vivimos en una sociedad en que la modestia está sobre premiada, en muchas ocasiones, por encima de las propias virtudes. Nadie te mira raro por decir algo malo de uno mismo, pero si alabamos o tenemos en consideración nuestras habilidades, logros y trabajo podemos “pecar” de creídos. Cuando queremos cambiar algo o tenemos un problema, una dificultad solemos poner el foco en lo que hacemos mal, en los errores, en lo que no cuadra o no tenemos, lo que nos falta. Evidentemente todas estas cosas son importantes y debemos tenerlas en cuenta para poder avanzar en la vida personal y laboral, pero no podemos dejar de lado el saber valorar lo bueno, el potenciar las virtudes, el felicitarnos cuando nos lo merecemos. ¿Qué es el síndrome del impostor?Voy a explicártelo haciéndote antes una pregunta: ¿Alguna vez has sentido que eres un “fraude”? Que lo que has conseguido, logrado (una buena nota, aprobar un examen importante, que te salga bien algo, adquirir un título, una oportunidad laboral…) es más por suerte que por lo que te mereces. Las personas que padecen el llamado “síndrome” del impostor sienten que pueden ser desenmascaradas de sus logros, que en algún momento alguien se dará cuenta de que no se merecen lo que han conseguido o que no es tanto por ellos mismos, si no por cosas externas. Pese a que les feliciten o las cosas salgan bien o consigan lo que se habían propuesto nada les vale. Viven bajo el pensamiento de que realmente son un engaño y que su éxito depende de lo ajeno y no de lo propio. Básicamente es un patrón de comportamiento que lleva a la persona a cuestionarse sus propias habilidades, sentir un temor extremo al fracaso, anticiparse a las cosas de manera negativa, no tener en consideración el éxito pasado o las propias herramientas que posee. Aunque puede aparecer en cualquier momento en la vida de una persona y acompañarla más o menos tiempo suele estar relacionado con el inicio de retos, nuevas oportunidades o responsabilidades. Se relaciona con el contexto de un trabajo nuevo, iniciar un negocio, recibir algún premio, casarse, tener hijos… Situaciones que la persona considera importantes, un hito vital. SíntomasAunque hablemos de síntomas, no hablamos de un trastorno, no es una patología psicológica, ni está reconocida en un manual. Es una serie de síntomas, de características que pueden darse en el comportamiento de las personas, que nos hacen sentir mal con nosotros mismos y que genera angustia y malestar a quienes los tienen. Así pues, cuando hablamos del síndrome del impostor hablamos de:
Tener la creencia reiterada y repetitiva de que nuestros logros y éxitos no son debidos a nuestras habilidades o trabajo, que no nos los merecemos. Suele ocurrir que la persona los atribuye a la suerte, a las circunstancias, a otras personas, a algo externo a uno mismo. Pese a haber logrado anteriormente una meta parecida o tener referencias consigo mismos de su trabajo y sus aptitudes siempre consideran que la sombra del fracaso está ahí, viviendo en esa incertidumbre constante de que salga a la luz que no valen nada, que no son lo que parecen ser. Imaginemos el malestar que puede ocasionar sentirse así, la autoexigencia constante acompañada de una falta de confianza absoluta en las habilidades, herramientas y metas conseguidas y desarrolladas. Todo esto ,por supuesto, suele ir acompañado de otras sintomatologías como consecuencia y que producen mucho malestar. Puede aparecer ansiedad, tristeza, apatía, desesperanza… ¿Cómo superar el síndrome del impostor?Como hemos comentado antes, no estamos hablando de una patología como tal, pero tener alguno de estos síntomas y patrones puede repercutir en el bienestar emocional de la persona y en su vida cotidiana. En muchas ocasiones la falta de confianza en las propias habilidades puede ir desapareciendo a medida que vamos adquiriendo experiencia en estas nuevas tareas, estudios, profesiones o situaciones vitales. Puede ser algo pasajero o puede que sea algo que nos acompañe y que tome fuerza en los momentos que nos sintamos más “desnudos” ante algún acontecimiento. Debemos tener en cuenta factores relevantes que afectan y alimentan directamente a estos patrones de comportamiento:
Además, muchas veces llegamos a estas situaciones por falta de herramientas para afrontar los problemas y las dificultades, acompañadas de opiniones externas que nos han juzgado y nos han dejado huella, nos han hecho pensar que somos inferiores. Os recomendamos también leer el artículo sobre ¿Cómo podemos dejar de sentirnos inferiores a los demás? La terapia psicológica puede ayudarnos a trabajar estas ideas de autoeficacia, perfeccionismo y valoración personal. Debemos establecer una base para poder mejorar nuestra autoestima. Trabajar la resiliencia, la asertividad, adquirir herramientas para afrontar el fracaso. También puede ayudarnos a aprender a abrazar nuestras emociones, a tolerar las críticas y aprender a considerarlas, si, pero no dejando de lado los halagos o las felicitaciones. Y por supuesto a aceptar nuestros triunfos y darles valor.
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