La ansiedad es uno de los problemas psicológicos más frecuentes entre las personas adultas, pero también puede afectar a los más pequeños de la casa. Una de las grandes dificultades que sufren los niños cuando sienten ansiedad es que tienen menos herramientas y recursos para afrontarla y gestionarla.
¿Qué es la ansiedad en niños?
Cada vez la ansiedad afecta a más niños y adolescentes. Están expuestos a muchos estímulos y factores que pueden generarles malestar emocional en el día a día y no siempre saben cómo gestionarlo. La ansiedad es una respuesta de nuestro organismo ante un factor que nos genera estrés, temor o nos indica un peligro. Es una respuesta adaptativa y necesaria para nuestra supervivencia. Lo que desencadena esta ansiedad puede venir de nuestro exterior (un accidente), pero también puede ser algo interno (un pensamiento). Cuando hablamos de ansiedad como problemática nos referimos a una respuesta de gran intensidad y con una frecuencia desmedida que aparece sin un estímulo que la cause o la justifique y que trae consigo síntomas físicos y psicológicos. A nivel académico, familiar, social y de su desarrollo los niños pueden tener dificultades en estas áreas de la vida.
¿Qué síntomas puede manifestar?
Aunque ya sabemos que cada persona puede experimentar estas situaciones de manera diferente existen diferentes síntomas que aparecen con la ansiedad. Algunos son comunes, tengamos la edad que tengamos y estemos en la etapa vital que estemos, pero los niños pueden ver afectado su comportamiento de diferentes formas: - Apego excesivo y ansiedad por separación.
- Mutismo selectivo.
- Evitación de las conductas sociales (evitar salir, quedar con otras personas, hablar con otras personas).
- Rechazo a asistir al colegio.
- Malestar físico sin causa justificada.
- Tensión muscular.
- Cambios de humor e irritabilidad.
- Inquietud.
- Dificultad para realizar las tareas y concentrarse.
- Trastornos del sueño.
Causas más comunes de la ansiedad en niños
Conflictos en el hogar y la familia. Un divorcio, una separación, una enfermedad de algún familiar o alguna crisis en el círculo cercano pueden afectar a los más pequeños. Aunque muchas veces pensemos que son ajenos a estos problemas escuchan y notan como el ambiente puede tensarse y cambiar. El entorno familiar suele ser la principal fuente social de los más pequeños y las discusiones o peleas pueden alterar su estado emocional y mantenerlos en una alerta constante. Además, los cambios bruscos en la rutina nos afectan a todos y los niños suelen tener menos herramientas para enfrentarse a ellos si además este cambio provoca una situación que les perjudica.
Sobrecarga de obligaciones y tareas. Muchas veces cometemos el error de preocuparnos tanto por su formación que les sobrecargamos el tiempo con tareas y extraescolares. Es importante que los niños aprendan y crezcan en ambientes que les enriquezcan culturalmente desde pequeños, pero también debemos respetar su espacio de ocio. Una de las grandes causas de ansiedad en los adultos es precisamente la incapacidad para gestionar el tiempo y establecer un espacio para el descanso. En el caso de los peques de la casa esos horarios y tiempos los marcamos nosotros como adultos y podemos caer en el error de no tener en cuenta también su espacio para jugar. Jugar es una de las grandes fuentes de aprendizaje de los más pequeños, tanto social como intelectual y es esencial respetarla.
Miedos o fobias. Algunos miedos de la infancia pueden ocasionar trastornos del sueño y con ello aumentar la tensión del día a día. Es importante aprender a escuchar sus temores y darles el apoyo que necesitan para ir afrontándolos de manera adecuada.
La forma de gestionar el ocio. Como hemos comentado antes, el ocio es un grandísimo aliado para prevenir la ansiedad y aumentar el bienestar emocional, pero debemos controlarlo. No todo el ocio puede estar basado en lo que más les gusta, porque muchas veces no saben ponerse límite. Las redes sociales, internet o los videojuegos son las nuevas formas más comunes de entretenimiento entre los más jóvenes y la clave esta en el tiempo que las utilicen.
No son malas per se, pero su abuso si puede generar ansiedad y afectar al estado emocional de los jóvenes. Debemos encontrar con ellos el punto idóneo entre el ocio delante de la pantalla y otro tipo de juegos que les permitan estar al aire libre y socializar. Sin olvidarnos de otras grandes fuentes de entretenimiento que potencian su imaginación y creatividad cómo pintar, los juegos de mesa, la lectura y estar en contacto con la naturaleza. También es importante que aprovechemos ciertos momentos de este ocio para estar con ellos y fortalecer los vínculos, de esta forma nos aseguraremos de que si tienen un problema o dificultad nos tendrán en cuenta como apoyo. ¿Qué soluciones podemos encontrar?Ya hemos comentado que una de las grandes dificultades añadidas de tener ansiedad en la infancia o adolescencia es la capacidad para poder afrontarla. Aunque cuando somos adultos podemos tener también carencias en las herramientas adecuadas, los más jóvenes tienen más limitados estos recursos. La psicología infantil es esencial a la hora de trabajar la ansiedad en estas etapas. Los profesionales de la salud mental pueden ayudarnos a que los más pequeños detecten y desarrollen las herramientas necesarias para modificar los pensamientos y creencias limitantes que mantienen la ansiedad. Por otro lado, también es importante trabajar al unísono con la familia para dotarla de las actitudes necesarias para ayudarles en casa, como la comprensión o la mejorar la comunicación. Esta ayuda se ampliará a cualquier dificultad que pueda estar ocasionando la ansiedad como la falta de sueño, de organización o concentración, y también a las posibles causas como el acoso, una situación de divorcio o separación en la familia o una enfermedad.
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