Cuando llegamos a cierta edad la forma en la que nos relacionamos con nuestra pareja cambia. En la adolescencia y juventud las relaciones suelen compartir un tiempo determinado, pero es en la edad adulta donde más parejas dan el paso de irse a vivir juntas. Es muy importante saber que a parte de una decisión importante, y que iniciamos con mucha ilusión, debemos tener en cuenta que entran en juego muchas expectativas individuales. Convivir con la persona que queremos es más complejo de lo que solemos imaginar, no vale sólo con amar y ser amado. Para que ese vínculo no se desgaste es necesario trabajar en ese proyecto común y poner en marcha herramientas para poder llevarlo a cabo de forma conjunta. Ocho ingredientes clave para una buena relación de parejaParece que estemos hablando de una receta y en parte es un poco así. Imagina que vamos a cocinar un pastel y que tenemos que comprar los ingredientes, pero en concreto la receta consiste en cocinar el “buen amor para la buena convivencia”. Es evidente que existen muchas características necesarias cuando hablamos de cualquier tipo de relación, pero hoy vamos a hablar de algunas que son clave para vivir en pareja. Lista de ingredientes:
Cuando iniciamos esta etapa de convivencia en las relaciones de pareja hablamos de empezar a compartir mucha intimidad. Esto implica no solo la intimidad entre ambos, si no también el respeto al espacio propio y a las actividades que cada uno puede tener de forma externa a la pareja. Tenemos que saber respetar y no solo hablamos de tratarnos bien, hablamos también de ser un apoyo en sus metas y sueños, de ser un pilar y no un muro. Es necesario entender que vamos a modificar por completo nuestra zona de confort y vamos a hacer partícipe a nuestra pareja de ella. La comunicación es otro componente esencial. Este es uno de esos ingredientes que nos sirven en muchas ocasiones. Debemos saber comunicar las cosas buenas y también las malas para poder llegar a acuerdos sin dejarnos llevar solo por nuestras expectativas y que la sinceridad no se convierta en malos entendidos o daños. Tenemos que ser capaces de comunicarnos de forma asertiva, expresando nuestros deseos o quejas, pero siendo empáticos con los sentimientos de la otra persona. Siguiendo con la comparativa de la receta, cuando cocinamos una tarta no echamos la misma cantidad de todos los ingredientes y eso no significa que unos sean más importantes que otros. Por ejemplo, no podemos echarle la misma cantidad de harina que de levadura, pero ambos ingredientes son indispensables para realizar nuestro cometido. Cuando hablamos de las buenas relaciones ocurre lo mismo. Hay algunos “ingredientes” que al ser buenos podemos pecar de echar demasiado a nuestra receta, como es el caso de la sinceridad. ¿Debemos contarle todo a nuestra pareja? Es evidente que compartir es una necesidad básica dentro de las relaciones personales, pero también debemos respetar nuestra propia intimidad igual que respetamos nuestro propio espacio. Uno de los grandes mitos del amor romántico es aquel que compara el amor con la fusión como un ser único compuesto por dos personas que estaban incompletas. Hay cosas que no queremos compartir con nuestra pareja y eso no significa que le estemos engañando, solo significa que también tenemos intimidad con otras personas como amigos o familiares y con nosotros mismos. Del mismo modo pedirle a nuestra pareja que nos lo cuente todo o exigirle saber qué hace en cada momento puede ser un arma de doble filo que confundamos con sinceridad y comunicación y que acabe en control. Algunos aspectos claveComo hemos comentado antes algunos cambios vitales importantes pueden suponer una avance en nuestra pareja, pero también una crisis. Cualquier cambio implica una adaptación por mucho que queramos que ocurra. Por eso tenemos que tener en cuenta algunas cosas para que convivir no nos aleje o perjudique ese vínculo. Debemos seguir siendo funcionales lejos de nuestra pareja Es una etapa en la que empezaremos a compartir muchísimo más tiempo, al menos en lo que espacio se refiere, pero no debemos confundir convivir con fusionar. Las líneas rojas Es muy importante que por mucho que creamos conocer a nuestra pareja este tipo de decisiones tienen que suponer una serie de acuerdos previos. Aun así podrán surgir conflictos a medida que vayamos conociendo y experimentando la convivencia, pero de antemano todos y todas tenemos unos principios y límites. Es indispensable conocer y aceptar las líneas rojas de nuestra pareja y ser capaces de trazar y comunicar las nuestras. Una buena idea es crear un espacio dentro de las relaciones para revisar estos acuerdos cada cierto tiempo. Aunque parezca que tengamos claras nuestras opiniones el día a día puede hacer que surjan nuevos conflictos y que nos replanteemos nuestras demandas o las de nuestra pareja. Crear estos espacios de antemano hará que estemos más tranquilos ante las discrepancias y hará la comunicación más fluida. Compartir en igualdad Cuando hablamos de compartir no hablamos solo del tiempo o de lo que tenemos. Hablamos también de las responsabilidades. Debe existir un equilibrio entre las cargas individuales, esas cargas nuevas y el compromiso de cada uno. Una buena idea puede ser establecer este reparto de antemano, al menos en líneas generales. Por ejemplo: si uno cocina el otro se encargará del friegue o si uno pone y tiende la lavadora el otro se encargará de recoger y guardar la ropa. También podemos establecer el reparto de tareas en función de lo que menos nos disguste hacer a cada uno, es decir elegir por turnos las tareas que más nos apetezca afrontar. Es una forma justa de ir asignando y descartando tareas. Este tipo de repartos pueden ser diferentes en cada relación y siempre deben de ser flexibles a las circunstancias vitales, pero establecer algunas normas de antemano facilitará la convivencia y no tendremos que afrontarlos cuando ya están las cosas por hacer. ¿Qué puedo hacer cuando la convivencia me aleja de mi pareja?Esta receta no siempre nos saldrá bien y habrá momentos en los que el resultado sea negativo y nos dañe o dañe a nuestra pareja. En ocasiones el amor mutuo que podemos sentir en una relación no nos asegura tener las herramientas para hacer frente a los cambios o los baches. Tenemos que entender que las relaciones de pareja implican dos personas diferentes con sus experiencias, expectativas, criterios y formas de ver el mundo que se juntan para formar algo conjunto. La clave es intentar no ver que la batalla está entre uno contra el otro, si no los dos juntos contra los problemas que puedan surgir. La terapia de pareja puede ser de gran ayuda en los casos donde la convivencia ha mermado el buen funcionamiento de la relación, ya sea algo puntual o algo que se arrastra por diferentes circunstancias o etapas de nuestra vida. En ella se trabaja con la relación como núcleo terapéutico. Hablamos de un todos contra el problema, porque la relación es como un ente que se ha creado de manera conjunta y debemos desenredar sus nudos. La ayuda de un profesional de la psicología en estos casos puede servirnos de guía para ello y facilitarte una lista de claves para la convivencia en pareja. Para ver a nuestra pareja como aliada y empezar a desarrollar las herramientas y buscar soluciones comunes que vuelvan a hacer que nos encontremos en el mismo camino, de la mano, juntos, pero respetando también los puntos de vista individuales. Porque las relaciones sanas no son aquellas en las que no hay discusiones o las que no tienen problemas, son aquellas que los enfrentan y que buscan la solución teniendo en cuenta el bienestar común.
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