Cuando las personas nos enamoramos, sentimos que nuestro amor es capaz de superarlo todo y es suficiente para que la relación funcione. No es que no sea cierto, el problema está en que muchas ocasiones no caemos en la cuenta de que el amor es algo indispensable para que una relación funcione, pero no puede ser el único motor que pongamos en marcha cuando nos embarcamos en la aventura de compartir la vida con alguién más. Vivimos en una sociedad que nos bombardea con la idea de ese amor de película, de ese amor que traspasa fronteras y de ese amor al que siempre juntan con una pasión desmedida e inagotable que se mantiene intacta con el paso de los años. Las relaciones hay que cuidarlas, trabajarlas, esforzarse… En las relaciones hay que renunciar a cosas, asumir parte de una rutina que nos cansará a veces, y también debemos aceptar que, en ocasiones, podremos echar en falta esa sensación del inicio tan intensa. Si cometemos el error de no cuidar la relación, o empezar a hacerlo solo cuando la rutina y las crisis comienzan, estaremos confundiendo conceptos. No es lo mismo el trabajo constante que requiere cualquier vínculo emocional con otra persona que el esfuerzo o atención extra que dedicamos a cualquier cosa de nuestra vida cuando en un determinado momento aparece una dificultad. Sufrir cuando queremos a alguien es, en muchas ocasiones, inevitable. Es lógico que sintamos dolor en determinadas ocasiones, pero nunca debe de ser una constante con la excusa de que el amor es suficiente (uno de los grandes mitos del amor romántico). Básicamente este pensamiento, mantiene que el dolor es síntoma de mayor intensidad y calidad de la relación. Además, para poder cuidar las relaciones personales, debemos también cuidarnos a nosotros mismos y tratarnos bien. Es difícil poder cultivar un amor sano y duradero, si primero no nos cultivamos a nosotros mismos. Claves para mantener una relación de pareja saludableLa comunicación por encima de la queja Puede parecer una obviedad, pero la forma en la que nos comunicamos y expresamos suele ser la mayor causa de disputa, incluso más que el contenido o el motivo concreto por el que iniciamos las conversaciones o discusiones. Algunos consejos útiles son:
Evidentemente estos consejos son complicados de poner en marcha, sobretodo si estamos en plena discusión y enfadados, pero si empezamos a practicar este tipo de comunicación poco a poco pasará a formar parte de nuestra rutina. Cuidar las relaciones sexuales Pese a lo que muchas personas creen, las parejas no cumplen un patrón estándar en cantidad de relaciones sexuales. Que una pareja mantenga más o menos relaciones sexuales no es síntoma de que vaya mejor o de que vaya peor la relación. Esto debe de ser siempre una cuestión que se consense y en la que ambas partes se sientan realizadas. Un acuerdo, que en muchas ocasiones no se habla, como cualquier otro. Lo que sí que es esencial es la calidad de esas relaciones sexuales, el espacio en la que las realizamos, el tiempo que tenemos para realizarlas y la atención y reciprocidad de las mismas. La sexualidad no son solo relaciones sexuales (coito, sexo oral, masturbación…). La sexualidad es la intimidad de la pareja, tanto a nivel emocional como físico. Cualquier forma de expresión de esta faceta de la relación: un abrazo, una caricia, un compartir una tarde de sofá y mimos. Todo es esencial y todo el conjunto es el que enriquece y favorece las relaciones positivas y sanas. Espacio individual Tener pareja no significa compartir todo lo que hacemos con ella, ni hacerlo todo juntos. Esto no va a aumentar el amor o la confianza, va a deteriorar la pareja. Mantener la propia independencia es esencial, ya que cada uno sigue teniendo sus prioridades y objetivos individuales. Debemos seguir trabajando en ellos, tanto los que hemos empezado a compartir, como los que ya teníamos antes de iniciar la relación de pareja. Tener nuestro espacio propio no se traduce en que ignoremos o dejemos de lado a nuestra pareja, solo estamos dedicándonos un tiempo y cuidando nuestra salud emocional y eso solo puede mejorar nuestras relaciones personales. Al igual que poder compartir con otras personas nuestra intimidad, amigos, parientes, compañeros de trabajo… La pareja comparte en determinadas ocasiones la mayoría de espacios, pero no significa que algunos sean más de uno que de otro y que respetemos esa independencia es esencial. La pareja no completa nuestra vida, nuestra pareja debe complementarnos. Apoyo No debemos caer en la trampa de confundir el apoyo con la solución. Tanto en las cosas buenas, como en los momentos difíciles no podemos convertir a nuestra pareja en la fuente principal de felicidad ni el único pilar al que aferrarnos en los momentos malos. Equilibrio Y todo esto de lo que hemos hablado, no serviría de nada si no se trabaja en conjunto y de forma mutua. Si solo una persona pone en marcha los cuidados o se encarga y recibe todo el peso de trabajar en que la relación funcione, acabará fracasando. Las relaciones siempre son cosa de dos. Pedir ayuda La terapia de pareja es una intervención psicológica en la que trabajamos con la relación como núcleo terapeútico. Es decir, que vamos a centrarnos en dotar de herramientas mutuas a las personas que la componen para mejorar los aspectos que se están desgastando o que suponen mayor foco de conflicto y que no consiguen solucionar. En ocasiones no conseguimos poner en marcha estas herramientas, u otras necesarias, para trabajar en que nuestra relación de pareja sea saludable. En otras podemos confundir el amor sano con la dependencia emocional y convertir nuestra relación en algo tóxico. También puede ser que nos demos cuenta de que necesitamos cuidarla o que la hemos descuidado mucho tiempo y que ya no nos queda más energía para seguir trabajándola como siempre. |
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