Terminar una relación es una de las experiencias más dolorosas que podemos atravesar en la vida. Independientemente de la edad, incluso del momento en el que se produzca dentro de la relación, decir adiós a alguien a quien amamos es extremadamente doloroso. Tristeza, incertidumbre, frustración, culpa, rabia y, en muchos casos, un profundo sentimiento de injusticia. ¿Cómo es posible que dos personas que se quieren no puedan estar juntas? La realidad es que, incluso aunque el cine idealice esos finales felices, a veces la felicidad se encuentra en seguir caminos separados. Aunque al principio no seamos capaces ni de ver que este futurible como una opción que nos lleve a un lugar mejor. Duele aceptar que el amor, por sí mismo, no basta. Sobre todo, cuando estamos en un momento de intensidad o hay muchos factores que no fallan. Aunque el éxito en las relaciones siempre es multifactorial, hay pilares, valores, decisiones o deseos que pueden hacer tambalear la solidez y estabilidad. Cuando ciertos elementos no están alineados con el contexto, nuestros valores o proyectos, por mucho que queramos a alguien, la relación puede transformarse en sufrimiento y dejar de hacernos bien a nuestra salud emocional. La importancia de las metas y expectativas comunes en una relaciónUna relación sólida tiene muchos pilares y en función de cada persona que la compone y como se generan las sinergias y relaciones habrá unos que sostengan más o menos. No hay una fórmula idónea para una relación, pero sí que es cierto que el enamoramiento o la atracción no es suficiente por sí misma para mantenerlas. En casi todas las relaciones son motores de inicio que luego se mantienen más o menos (es el caso del deseo o atracción. Hay relaciones que este factor lo tienen más potenciado que otras). Lo que es fundamental es que los valores, expectativas y los deseos estén en sintonía en cada etapa. Esto puede varias a lo largo de nuestra vida. No deseamos lo mismo a los veinte que a los treinta. No necesitamos lo mismo de una relación en una etapa u otra, incluso en una persona u otra. Las circunstancias vitales cambian y nuestra relación se va amoldando a ellas. Podemos trabajar en ello, pro supuesto, pero hay distancias que se vuelven insalvables para nuestra felicidad y satisfacción. ¿Qué puede llevarnos a una ruptura que no deseamos? Aunque son muchos los factores que pueden llevarnos a terminar una relación pese a sentir un gran amor por alguien, vamos a poner algunos ejemplos que reflejan no un desgaste en el tiempo. No un amor que ya no es de relación de pareja. No hablamos de un final porque una de las dos personas ama, pero ya no de la manera que cree que debería. En este artículo estamos abordando rupturas por circunstancias externas al amor y deseo de estar juntos, que evidentemente es innegable que, aunque vengan de fuera, afectan a todos los procesos internos, individuales y conjuntos. Diferentes modelos relacionales El modelo de relación que tenemos es esencial que cuadre en todas las personas implicadas. Una persona puede desear una relación monógama, en la que haya una fidelidad entendida normativamente, como estamos acostumbrados a entender este concepto. Puede que alguien de la relación lo entienda de otra manera o quiera otro tipo de relación. Las relaciones poliamorosas o abiertas existen y pueden ser igual de válida y saludables que cualquier otras, pero deben de ser consensuadas y aceptadas, no impuestas o aceptas de forma encubierta por miedo a la perdida. Tener hijos A medida que crecemos, este deseo puede suponer una barrera en algunas relaciones. Aunque algunas parejas lo abordan y resuelven llevando a acuerdos, tener muy claro una tendencia sobre esta decisión y que sea opuesta a la de nuestra pareja puede hacer que una relación acabe, aunque el resto de las cosas funcionen y estén en sintonía. Es una decisión demasiado importante para tomar a la ligera, y no hablamos de tener o no tener, hablamos de que la decisión es igual de importante, se mueva la balanza a un lugar u otro. Cambios vitales so profesionales La vida laboral de una persona puede tener un valor realmente pesado. El hecho de que aparezca un cambio vital, por ejemplo, relacionado con este ámbito, puede provocar una crisis en el modelo relacional que tenemos. En este caso no hablamos de monogamia o relaciones liberales, hablamos de forma de vida. Cambio de residencia, cambios de horarios que incompatibilizan pasar tiempos juntos, relaciones a distancia… Habrá relaciones que puedan adaptarse a esto y habrá otras que generen una distancia insalvable, que no habría ocurrido si no fuera por esta razón. Es duro hablar en estos términos porque nos educan contándonos que el amor es lo que más valor tiene en la vida, pero el mor por uno mismo y sus sueños, también es un amor que tener muy muy en cuenta cuando tomamos una decisión. No estamos diciendo que lo correcto sea elegir el trabajo por encima de la relación o viceversa, pero sí que es necesario un análisis individual en cada caso y acabar tomando la decisión acorde a nuestros valores y deseos, que pueden ser renunciar o sacrificar, acompañar y dejar ir. Puede ser todo, pero debemos analizar y permitirnos decidir, tanto estando en un lado como el otro. Relaciones que nos hacen daño Este caso es un poco más complicado, porque las relaciones no son siempre felicidad o armonía. Aun así, llega un momento que los conflictos constantes, sentirnos inseguros, sentir malestar, faltas de respeto puede necesitar de una distancia, independientemente de que la relación haya sido buena en el pasado y hayamos sido felices. Obviamente, existen las malas rachas y podemos intentar trabajar en ellas, pero hay relaciones que se estancan, que no nos hacen felices y no somos capaces de dejarlas ir por miedo al cambio, por miedo a salir de nuestra zona de confort. Algunas de ellas, ni siquiera tienen que hacernos daño como tal, causarnos un sufrimiento activo. A veces una relación “muere” porque dejamos de sentir lo que deberíamos y amamos a la persona, pero ya no como compañera de vida y cuesta asumir este proceso. Cuesta abandonar un proyecto que creíamos que funcionaria y que ahora no nos hace felices. Cómo sobrellevar el duelo tras una ruptura por incompatibilidadPermítete sentir el dolor No se puede pasar por este proceso sin sufrir. Esto es algo que puede costarnos aceptar, peor no podemos saltarnos las fases por las que vamos a pasar. Va a doler, vamos a sentir rabia, vamos a sentir nostalgia y vamos a echar de menos. Aunque no queramos estar con alguien, aunque tengamos claro que no queremos compartir nuestra vida con esa persona, tenemos que dejar de lado nuestras rutinas. A veces el problema, aunque esto sea doloroso asumirlo e incluso verbalizarlo, es que no echamos de menos a la persona, sino el concepto que nos daba de la relación. Contacto cero Esto es esencial en cualquier proceso de separación. Aunque sea algo temporal, aunque estemos pensando o decidiendo, necesitamos tener un periodo de contacto cero para poder afianzar decisiones o poder continuar con nuestros procesos. Establecer un periodo de distancia emocional es necesario para cerrar y evitar recaídas emocionales. Tener recuerdos bonitos sin idealizar Aunque las fases del duelo son muy diferentes y transitamos en ellas, como transitamos en un abanico superamplio de emociones, podemos tender a idealizar recuerdos. No es que sea malo tener recuerdos bonitos de la relación y es que nuestro cerebro se protege de la perdida. El cambio y la incertidumbre son molestos y podríamos decir que nuestra mente proyecta los grandes momentos de nuestra relación, en algunas ocasiones, y eso provoca mucho sufrimiento y dudas. ¿Habré tomado la decisión correcta? ¿He luchado lo suficiente? ¿Debería haberle dicho más? No digo que tengamos que ignorar nuestros pensamientos, pero si nos paramos a pensar y nos dejamos llevar solo por esta nostalgia y dolor, siempre vamos a tener un motivo para una palabra más, para una despedida más, para un mensaje más. Necesitamos mantener ese contacto cero, que para cada persona y circunstancia serán diferentes, pero siempre habrá un periodo necesario. Grupo de apoyo Parte del duelo es individual y solitario. Hay trabajo que tenemos que hacer por nosotros mismos y el sentimiento de soledad es necesario pasarlo y sentirlo, pero debemos apoyarnos en los nuestros. Poco a poco seremos capaces de volver a disfrutar de nuestro tiempo en solitario, de no verlo como una condena. Habla, expresa y comparte, esto también ayuda a respetar distancias y a transitar ciertas etapas iniciales. El papel de la terapia psicológica en el proceso de dueloEl duelo por una relación puede hacer que nos sintamos desbordados, y en algunos casos, es recomendable acudir a terapia psicológica. La ayuda profesional puede servirnos de guía para entender las fases, los procesos y desarrollar herramientas para seguir con determinación nuestra decisión o aceptar la de la otra persona. Aceptar que el amor no siempre es suficiente para sostener una relación es un aprendizaje complicado. De hecho, es un aprendizaje doloroso y que cuesta catalogar como tal. Es una verdad innegable que el propio paso del tiempo hace las cosas más fáciles. Parece que solo vendrá más y más dolor, pero no, ayuda, aunque suena a tópico. Sin las herramientas adecuadas podemos quedarnos anclados en procesos de duelo que no nos permiten construir un nuevo proyecto de vida con nosotros mismos, o quién sabe si con otras personas. Por eso la terapia psicológica no busca acelerar o saltarse etapas de un proceso que no podemos evitarnos, pero sí gestionar y transitar desde una estabilidad emocional. |
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