Psicología Infantil -

¿Cómo gestionar las malas notas de nuestro hijo o hija? en Valencia

¿Cómo gestionar las malas notas de nuestro hijo o hija?

Con las vacaciones a la vuelta de la esquina los niños y las personas jóvenes están deseando empezar el verano para disfrutar de su tiempo libre y desconectar.

Aunque las recuperaciones son antes de finalizar las clases, muchos pueden acabar el verano con alguna asignatura suspendida a las espaldas y con necesidad de reforzar de cara al próximo curso académico.

Las épocas de exámenes y los resultados de estos mismos pueden acarrear consecuencias negativas en el estado emocional de las personas jóvenes. Evidentemente, son momentos de estrés, que mal gestionados, pueden afectar a nuestra autoestima, generando presión, miedo y mucha ansiedad.

Gestionar las malas notas de nuestros hijos

Cada niño, niña o persona joven es diferente. Los problemas relacionados con el rendimiento académico en estas edades implican un compromiso por parte de la familia para poder solventarlos. No podemos hablar de soluciones que sirvan para todos, pero sí que podemos recomendar ciertas medidas que pueden facilitar la gestión de esta situación en casa.


Es complicado encontrar el fallo concreto, ya que probablemente estén afectando varios factores a la situación. Estas causas interactúan entre sí dando como resultado este bajo rendimiento, pero también implica que son varios los frentes por los que podemos empezar a trabajar y mejorar la situación. 
Gestionar las malas notas implica también mantener una buena comunicación con el centro educativo y estar abiertos a modificar ciertas estrategias y hábitos en las rutinas educativas y de casa para poder ayudar desde nuestra posición como familia.

¿Qué podemos hacer nosotros para apoyarles?

Ten en cuenta la gestión emocional

Aunque estamos hablando del rendimiento académico, la manera en la que los más pequeños gestionan las emociones, la frustración, el malestar, el estrés o la ansiedad afecta directamente en todos los ámbitos de su vida.

No es solo una cuestión de conocimientos aprendidos, también debemos enseñarles a gestionar todas estas cosas. En muchas ocasiones el pensar que no se puede, que no se vale para algo en concreto sabotea nuestra capacidad para asumir ese reto. Haber fracasado con anterioridad en una examen y no saber gestionar todas las emociones que esto conlleva, también.

La gestión emocional se trabaja y se pueden desarrollar nuevas herramientas para mejorarla, Hablamos de saber modular y procesar los sentimientos que generan las emociones. No hablamos de no poder estar tristes o afectados por algo malo, hablamos de saber ubicarlo, aceptarlo y seguir adelante.

Por todo esto no solo importa como nuestro hijo o hija afronte ese suspenso, sino también como se afronta desde la familia. Es importante también saber gestionar nuestra propia frustración, enfado, decepción… Cualquier emoción que sintamos debemos intentar trasladarla de forma asertiva. Entendemos que en el momento, sobre todo si es algo que se ha repetido en el tiempo, sea difícil de gestionar. Lo ideal es centrarse en encontrar juntos la solución, en ser todos contra el problema y no convertirlo en un enfrentamiento.

Escucha y deja que se exprese

No debemos caer en dar por hecho lo que está sucediendo. Dejemos que se expresen. No es una cuestión de permitir que nos pongan cualquier excusa, sino de crear un espacio donde vean que pueden expresarse y pueden explicarnos por qué. De estas conversaciones, que nos aportan más que un enfrentamiento, vamos a poder obtener información muy valiosa sobre sus inquietudes, sus motivaciones o la falta de ellas, sus distracciones y sus problemas.

Vamos a poder abordar el problema del rendimiento, pero también abrir la puerta a que pueda surgir hablar de otras dificultades que puedan estar pasando con compañeros de clase o con amigos/amigas.

Además, esta comunicación facilitará el proceso de llegar a acuerdos, de establecer pautas y de que se impliquen y comprometan en cumplirlas. Si sienten que su punto de vista importa podrán trabajar mejor en esos progresos.

Los acuerdos en el tiempo de estudio

El establecimiento de nuevas rutinas es esencial para abordar este tipo de problemáticas. Evidentemente, no es la única causa ni una solución mágica, pero siempre ayuda a poder resetear y empezar de nuevo a afrontar esta dificultad.

Crear un horario no debe de convertirse en una obligación que marquemos unilateralmente, debemos generar un espacio de acuerdo. En este tiempo que se vaya a emplear para el estudio debe de acompañarse de unas normas claras como pueden ser limitar el uso del teléfono móvil para evitar distracciones o hacerlo en un lugar que sea visible para aumentar la implicación.

Recordemos que cuando nos enfrentemos a la conversación sobre las malas notas no estamos abordando solo un problema de números, hablamos de plantearlo como un problema que afecta a largo plazo y que debe de ser superado, con nuestra ayuda y apoyo. Debemos hacerles ver que aunque el rendimiento académico no es todo, ni las notas definen nuestra inteligencia o lo que podemos llegar a ser, es necesario estudiar y pasar por esta fase para tener la oportunidad de ser lo que quieren ser.

Por supuesto demostrémosles que los beneficios no son solo a largo plazo, también los verán en poco tiempo. La satisfacción de que su esfuerzo tiene una recompensa, que las personas verán su éxito, que no tendrán la presión y la ansiedad que acompaña en estas épocas. 

Respeta el tiempo libre

Esta es una de las partes más complicadas de gestionar, sobre todo al principio.

Sacar malas notas debe de ser entendido como algo malo para el niño, niña o persona joven. Evidentemente, no podemos actuar como si nada ocurriese. Pese a todo esto, para poder establecer esas conversaciones, espacio de confianza, comunicación y establecer nuevas rutinas debemos de tener en cuenta su tiempo libre.

Sin ello la motivación no podrá ser alimentada y la energía con la que afronten el reto será menor. El estado emocional y la autoestima también se verán afectados si no pueden jugar, socializar o dedicar tiempo a lo que les gustas. Verán este proceso como una obligación, que lo es y debe de serlo, pero lo ideal es poder hacer balanza para que sea fructífero.

Es decir, que castigarlos periodos muy largos sin ocio o tiempo libre es un arma de doble filo que se vuelve en contra del propósito que buscamos, además de alimentar el conflicto y las tensiones.

La clave está también en marcar unos tiempos de estudio compatibles con socializar, jugar y hacer lo que les gusta. Esto es un gran aprendizaje necesario también de cara al mundo adulto. Las responsabilidades y el ocio son compatibles.

Su implicación hará que puedan tener más tiempo libre y en momentos determinados, como el periodo de exámenes, empezarán a entender que igual es necesario puntualmente sacrificar algún momento de ocio, para luego disponer de una mayor recompensa. Todo esto lo entenderán y lo harán suyo porque hemos respetado y puesto en el mismo valor una cosa y otra a la hora de establecer rutinas con ellos y ellas.

Pide ayuda

Hemos comentado algunos comportamientos que pueden ayudarnos a gestionar los problemas de rendimiento académico de los más pequeños de la casa, pero no siempre será un problema que pueda solucionarse fácilmente.

Acudir a un psicólogo especializado puede darnos herramientas para ayudar a gestionar las tensiones y malestares que se crean en torno a ello y ayudar directamente al niño, niña o persona joven que esté pasando por esta situación.

No siempre es una cuestión de reforzar a nivel académico exclusivamente. Hablamos de técnicas de estudio, de trabajar las distracciones, ser capaces de establecer rutinas o mejorar la autoestima y la confianza.

El apoyo psicológico en estos casos puede resultar muy útil para poder identificar el problema y saber poner en marcha las estrategias adecuadas.

 

 

 

 

 

 

 

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