Durante estos meses desde que la nueva realidad a la que nos enfrentamos nos ha ido pasando factura hemos podido experimentar ansiedad, estrés y preocupación constante. Este cansancio generalizado nos afecta tanto a nivel emocional como físico. La Organización Mundial de la Salud le ha puesto nombre a un nuevo fenómeno que estamos experimentando a raíz del Covid-19: fatiga pandémica. Durante los últimos meses hemos tenido que incorporar nuevas rutinas y hábitos como el uso de la mascarilla o la distancia social, teniendo consecuencias directas en nuestra forma de vida. No podemos ver a nuestros amigos y familiares tanto como nos gustaría y si tenemos la suerte de poder estar en contacto es con medidas de precaución y un cambio radical en la forma de relacionarnos. Esta crisis se está alargando en el tiempo acarreando consecuencias negativas en muchas facetas de la vida de las personas. La familia, los trabajos, la economía, los planes de futuro, las pérdidas… Son cargas que pueden estar perjudicándonos a la hora de continuar cuidándonos de forma adecuada en esta situación. ¿Qué es la fatiga pandémica?Podríamos describirla como la falta de autocuidado, el conjunto de comportamientos que nos perjudican como consecuencia de haber estado presionados por un largo periodo de tiempo por la preocupación y el estrés. Nuestro cuerpo y nuestra mente se cansan y se abandonan. El estrés, en su justa medida, puede ayudarnos a lograr metas y objetivos, nos permite poner en marcha mecanismos y herramientas para afrontar las situaciones negativas, pero no podemos mantenernos en ese estado de alarma constante durante mucho tiempo. Cuando estas emociones se experimentan durante un largo periodo podemos caer en la trampa de que nuestros comportamientos y conductas se vuelvan perjudiciales para nosotros. Sentimos una gran desmotivación por todo lo que está ocurriendo, soñamos con el día que todo pasará sin verle el fin a todo este largo proceso y nuestras conductas dejan de dirigirse a la prevención y protección siendo una amenaza para el control del virus y nuestra propia salud. La OMS advierte de que este fenómeno es una respuesta esperada y natural ante una crisis de salud pública como la que estamos teniendo. Todas esas medidas invasivas para nuestra normalidad que hemos tenido que implementar en nuestra vida han tenido un gran impacto en todas las personas de forma directa o indirecta. Estamos experimentando un duelo constante por todo aquello que hemos perdido o que no hemos podido realizar, por todo lo que hemos tenido que cambiar y por todo lo que parece que no volverá. Este cansancio mental se traduce en algunas personas en conductas de riesgo hacia la protección del virus, en no seguir de forma adecuada las medidas establecidas por las autoridades y en una exposición en el día a día. ¿Qué síntomas puedo experimentar?La fatiga pandémica es un desgaste emocional que puede traernos graves consecuencias a nivel de salud mental y física. Las personas que la están experimentando pueden perder el interés y la motivación por mantenerse informados y cumplir las medidas preventivas y de seguridad que establecen los expertos para poder mantenernos sanos y seguros. Por ello, a parte de estas conductas poco saludables y que se alejan de la realidad que estamos experimentando podemos sentirnos:
Soluciones para la fatiga pandémica:Intenta focalizar tu atención en el presente Debemos dejar de lado los pensamientos constantes sobre el futuro, sobre lo qué pasará o podría pasar, sobre lo que no podemos controlar este momento. Centra tu atención en el presente, en lo que sí que puedes controlar e intervenir, en lo que está en tu mano. El proceso de aceptación de cada persona va a un ritmo diferente y como en todo cambio pasamos por un duelo y una incertidumbre que nos impiden ver la realidad y aceptarla como es durante una temporada. Por ello, centrarse en lo que sí que sabemos puede ayudarnos a afrontar las cosas poco a poco y conforme vayan viniendo. Evitar la sobreinformación Aunque pueda sonar contradictorio con lo que hemos comentado más arriba, las personas que padecen esta situación pueden haber pasado por periodos de sobreinformación, sobre todo al principio de toda esta situación. Hay que seleccionar nuestras fuentes y consultar la información de calidad una vez al día para estar al tanto, pero sin tener el tema en nuestro punto de atención de forma constante. Como en cualquier circunstancia en la que podamos sufrir fatiga emocional, esta sobreinformación solo va a sobrecargar más nuestro estado de ánimo, perjudicándonos en este sentido y/o en otros. Un espacio para ti La típica expresión de “desconectar para conectar” aquí nos vendría muy bien para entender que debemos también guardar espacios para seguir con nuestra vida y poder centrarnos en nuestras cosas, nuestros seres queridos o nuestros hobbies. La realidad ha cambiado y con ella nuestras rutinas, pero debemos intentar que dentro de ellas entre el espacio para cuidarnos. Mantener los hábitos saludables de sueño y alimentación. Como en todo proceso de malestar emocional debemos cuidarnos físicamente para que podamos afrontar con fuerza estos baches asociados a toda esta nueva situación. Intenta:
Estar en contacto con nuestros seres queridos. Cuando nos apoyamos en nuestro seres queridos no solo encontramos un lugar seguro donde expresarnos con mayor facilidad, también desconectamos.. Debemos respetar las medidas de seguridad que nos recomiendan las autoridades, pero gracias a las nuevas tecnologías el contacto puede darse aunque nos separe la distancia. Permitirte estar mal. Aunque suene evidente, no podemos estar bien siempre y en esta situación es todavía más complicado mantener un estado emocional positivo. Si, siempre podremos encontrar personas que creamos que tienen más motivos o justificación para estar mal, pero eso no significa que no podamos permitirnos tener días malos y darnos el espacio para sobrellevarlos y superarlos. Las emociones consideradas como negativas cumplen una función esencial en nuestro bienestar emocional y si las intentamos anular o no nos enfrentamos a ellas, podemos agilizar el proceso de sobrecarga emocional. Pedir ayuda profesional. Si esta situación te está superando, sea por lo que sea, igual es el momento de pedir ayuda profesional. Es imposible que siempre sepamos cómo sobrellevar las consecuencias de todas las situaciones a las que nos enfrentamos, no podemos ser expertos en todo lo que nos pasa o siempre encontrar la salida solos. Además esta crisis es nueva para todos, nunca habíamos tenido que enfrentarnos a algo así e igual no sabemos poner en marcha las herramientas necesarias para hacerle frente. La ayuda psicológica puede ayudarnos a tratar de forma adecuada con el estrés para adquirir esas estrategias necesarias para la protección de nuestra salud emocional y física. Las personas que acuden a un psicólogo no son más débiles, simplemente son capaces de poner en marcha una de las grandes estrategias para salir de cualquier dificultad: pedir ayuda.
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